Mi jefe viste bien, con los mejores trapos.
Y luego me los da cuando ya son harapos.
Encima quiere que le bese el c**o.
Y algunas veces, que le coma algo más duro,
Mi jefe pasa el día contando beneficios.
Me paga cuatro duros pa que aprenda el oficio.
Tal como está la vida me dice el muy cabrón
que busque por ahí a ver si encuentro algo mejor.
¿Qué se merece mi jefe?
Mi jefe se merece un monumento
en todo lo más alto del cementerio.
Mi jefe tiene un coche de doscientos caballos
Y a mí solo me llega para un motocarro.
Declara a quien le escuche que sus posesiones
las empezó a ganar recogiendo cartones.
Mi jefe lee libros de psicología
prepara por la noche las putadas del día.
Reparte puñaladas con una sonrisa
y todo lo que diga, por supuesto, va a misa.
¿Qué se merece mi jefe?
Mi jefe se merece un monumento en todo lo
más alto del cementerio.
Mi jefe hace deporte en el club de campo
metiendo en un agujero bolas con un palo.
Le cuenta sonriente a su amigo el banquero
que a esta juventud hay que darle pal pelo.
Mi jefe lleva, al menos, tres libros de cuentas,
dos para despistar y otro pa la parienta.
Le van a nombrar el hombre del año.
Toda la prensa dice que es un gran ciudadano.
¿Qué se merece mi jefe?
Mi jefe se merece un monumento en todo lo
más alto del cementerio.
Y luego me los da cuando ya son harapos.
Encima quiere que le bese el c**o.
Y algunas veces, que le coma algo más duro,
Mi jefe pasa el día contando beneficios.
Me paga cuatro duros pa que aprenda el oficio.
Tal como está la vida me dice el muy cabrón
que busque por ahí a ver si encuentro algo mejor.
¿Qué se merece mi jefe?
Mi jefe se merece un monumento
en todo lo más alto del cementerio.
Mi jefe tiene un coche de doscientos caballos
Y a mí solo me llega para un motocarro.
Declara a quien le escuche que sus posesiones
las empezó a ganar recogiendo cartones.
Mi jefe lee libros de psicología
prepara por la noche las putadas del día.
Reparte puñaladas con una sonrisa
y todo lo que diga, por supuesto, va a misa.
¿Qué se merece mi jefe?
Mi jefe se merece un monumento en todo lo
más alto del cementerio.
Mi jefe hace deporte en el club de campo
metiendo en un agujero bolas con un palo.
Le cuenta sonriente a su amigo el banquero
que a esta juventud hay que darle pal pelo.
Mi jefe lleva, al menos, tres libros de cuentas,
dos para despistar y otro pa la parienta.
Le van a nombrar el hombre del año.
Toda la prensa dice que es un gran ciudadano.
¿Qué se merece mi jefe?
Mi jefe se merece un monumento en todo lo
más alto del cementerio.