Mucha tierra, pocas manos,
cosecha, muerte entre hermanos.
Y si no somos felices,
este invento ha fracasado.
Fugitivos pero esclavos.
Víctimas y victimarios.
En guerra con uno mismo.
Siempre al borde del abismo.
Querer lo que no se tiene.
Esperar lo que no viene.
El gusto de ese vacío.
Un sabor que es tuyo y mío.
Las miserias nos igualan.
Y los egos nos separan.
Sin sentido compartido.
Confuso y entretenido.
La acritud de estos tiempos.
El óxido de los siglos.
El peso de un juego
que cae por su propio vicio.
Así que enfréntala. Asi que muévela.
Es una forma de cuidar nuestro aire de Jah.
Rastafari. Y ahora que veo tu espada,
que mata sin decirte nada.
Con destinos embargados.
Por sus dioses olvidados.
Desamparadas las almas.
Entre el hampa y el estado.
Enmascarando el cinismo,
con un sutil terrorismo.
El multimedia ha vencido,
con su consumo masivo.
En todo este desconcierto,
todo en venta y sin prospecto.
Condenan mis elecciones,
mientras que tienen acciones.
En la muerte organizada,
y condenan por pavadas,
al que banca con su espalda
a la hipócrita morada.
cosecha, muerte entre hermanos.
Y si no somos felices,
este invento ha fracasado.
Fugitivos pero esclavos.
Víctimas y victimarios.
En guerra con uno mismo.
Siempre al borde del abismo.
Querer lo que no se tiene.
Esperar lo que no viene.
El gusto de ese vacío.
Un sabor que es tuyo y mío.
Las miserias nos igualan.
Y los egos nos separan.
Sin sentido compartido.
Confuso y entretenido.
La acritud de estos tiempos.
El óxido de los siglos.
El peso de un juego
que cae por su propio vicio.
Así que enfréntala. Asi que muévela.
Es una forma de cuidar nuestro aire de Jah.
Rastafari. Y ahora que veo tu espada,
que mata sin decirte nada.
Con destinos embargados.
Por sus dioses olvidados.
Desamparadas las almas.
Entre el hampa y el estado.
Enmascarando el cinismo,
con un sutil terrorismo.
El multimedia ha vencido,
con su consumo masivo.
En todo este desconcierto,
todo en venta y sin prospecto.
Condenan mis elecciones,
mientras que tienen acciones.
En la muerte organizada,
y condenan por pavadas,
al que banca con su espalda
a la hipócrita morada.