La noche de los cocuyos
Yo no escogí tu camino...
¿O acaso, sin conocerte
Ya soñaba yo contigo?
la tarde se ponía triste
Ella sola - yo tan íngrimo -
sin un requiebro de brisa,
ni un arrebol encendido,
sin que un cubiro discuta
la razón a otro cubiro,
sin que una cuerda le riña
al silencio sin motivo,
sin un coplero vaquiando cimarrones al corrido,
sin un galope que acepte el reto de los pitidos.
La tarde se quedó triste
Y quieta, junto al olvido,
empezó a soltar el llanto
ella sola, yo tan íngrimo;
con una oscurana adentro,
en una hondura, perdido,
como si la tarde triste
y mi alma fueran lo mismo.
Tardo vuelo de zamuros
- sin aletazos ni ruidos -
La sombra llegó, pesando,
y ya no pude conmigo;
la noche como mi pecho
y mi pecho anochecido;
recordé que en la distancia
tiene querencia el olvido
y a dejar en algún lado
esta angustia sin motivo
salí a pastorear mi pena
al borde de los abismos
que hay de lo claro pa" afuera
entrando en lo oscurecido.
El potro escogió una punta
del nudo de los caminos
Y le dí, en la rienda suelta,
el rumbo de mi destino,
la noche como mi pecho,
y mi pecho anochecido;
el cielo, luto cerrado;
la luna se había caído
y estaba rota en el agua;
era abril, había llovido;
negro presagio, las nubes
cargaban adentro un río;
sólo una línea de arena
ronda" de aguaitacaminos
pudo robarle a la noche
la suerte de los sentidos;
los ñengueres me cobraban
el paso por sus dominios
con un real de sobresalto
al rompe de sus chillidos.
De p***to, como la suerte
nace del naipe escondido,
un tranquero atravesó
su seca mano de alivio
que tuvo la rienda al potro
y a los pesares corridos,
la pena que traía en ancas
se apeó sin pedir estribo,
corrí las trancas, pasé,
y ella no cruzó conmigo,
por que sin saber ni cómo
yo vine por tu camino.
Era el rumbo de tu amor
Que cogí sin tener trillo,
era tu casa y llegué
como al seno llega el niño,
la cerca de cundeamores
me vio decirte al oído
viejas palabras que ahora
tienen un nuevo sentido,
algo de guayaba verde
dejó en mi beso el suspiro
que se escapó de tus labios
descubriéndose en los míos,
y cundió amor en la cerca,
en la luna, en los espinos,
yo te pedí un 'no me olvides',
me diste un 'me voy contigo',
tanta palabra se pierde
y es tan callado el cariño.
La noche cambió su luto
por un ropaje festivo
y recogió la llovizna
su mortaja hilo por hilo
y cuando salimos juntos
el llano estaba encendido;
aparecieron estrellas
arribita de los lirios
y retozaban luceros
por ese cielo de niños,
un firmamento bajito
todo apretado de brillos,
un pecho brioso rompía
olas de un mar florecido,
y al anca de mi potranco
la adornaba tu vestido.
La noche de los cocuyos,
universo de astros vivos,
mi potro, que era castaño,
se volvió cano rosillo.
La noche de los cocuyos
Yo no escogí los caminos
Y me encontré con el tuyo
¿o ya soñaba contigo?
Yo no escogí tu camino...
¿O acaso, sin conocerte
Ya soñaba yo contigo?
la tarde se ponía triste
Ella sola - yo tan íngrimo -
sin un requiebro de brisa,
ni un arrebol encendido,
sin que un cubiro discuta
la razón a otro cubiro,
sin que una cuerda le riña
al silencio sin motivo,
sin un coplero vaquiando cimarrones al corrido,
sin un galope que acepte el reto de los pitidos.
La tarde se quedó triste
Y quieta, junto al olvido,
empezó a soltar el llanto
ella sola, yo tan íngrimo;
con una oscurana adentro,
en una hondura, perdido,
como si la tarde triste
y mi alma fueran lo mismo.
Tardo vuelo de zamuros
- sin aletazos ni ruidos -
La sombra llegó, pesando,
y ya no pude conmigo;
la noche como mi pecho
y mi pecho anochecido;
recordé que en la distancia
tiene querencia el olvido
y a dejar en algún lado
esta angustia sin motivo
salí a pastorear mi pena
al borde de los abismos
que hay de lo claro pa" afuera
entrando en lo oscurecido.
El potro escogió una punta
del nudo de los caminos
Y le dí, en la rienda suelta,
el rumbo de mi destino,
la noche como mi pecho,
y mi pecho anochecido;
el cielo, luto cerrado;
la luna se había caído
y estaba rota en el agua;
era abril, había llovido;
negro presagio, las nubes
cargaban adentro un río;
sólo una línea de arena
ronda" de aguaitacaminos
pudo robarle a la noche
la suerte de los sentidos;
los ñengueres me cobraban
el paso por sus dominios
con un real de sobresalto
al rompe de sus chillidos.
De p***to, como la suerte
nace del naipe escondido,
un tranquero atravesó
su seca mano de alivio
que tuvo la rienda al potro
y a los pesares corridos,
la pena que traía en ancas
se apeó sin pedir estribo,
corrí las trancas, pasé,
y ella no cruzó conmigo,
por que sin saber ni cómo
yo vine por tu camino.
Era el rumbo de tu amor
Que cogí sin tener trillo,
era tu casa y llegué
como al seno llega el niño,
la cerca de cundeamores
me vio decirte al oído
viejas palabras que ahora
tienen un nuevo sentido,
algo de guayaba verde
dejó en mi beso el suspiro
que se escapó de tus labios
descubriéndose en los míos,
y cundió amor en la cerca,
en la luna, en los espinos,
yo te pedí un 'no me olvides',
me diste un 'me voy contigo',
tanta palabra se pierde
y es tan callado el cariño.
La noche cambió su luto
por un ropaje festivo
y recogió la llovizna
su mortaja hilo por hilo
y cuando salimos juntos
el llano estaba encendido;
aparecieron estrellas
arribita de los lirios
y retozaban luceros
por ese cielo de niños,
un firmamento bajito
todo apretado de brillos,
un pecho brioso rompía
olas de un mar florecido,
y al anca de mi potranco
la adornaba tu vestido.
La noche de los cocuyos,
universo de astros vivos,
mi potro, que era castaño,
se volvió cano rosillo.
La noche de los cocuyos
Yo no escogí los caminos
Y me encontré con el tuyo
¿o ya soñaba contigo?