Veinte años cosidos a retazos
de urgencias, disimulos y rutinas,
veinte años c**plidos en mis brazos,
con la carne del alma de gallina.
Veinte años de príncipes azules
que se marchaban antes de llegar,
veinte tangos de Manzi en los baúles,
veinte siglos sin cartas de papá.
De González Catán, en colectivo,
a la cancha de Boca, por Laguna,
va soñando "¡hoy ganamos el partido!"
la niña de los ojos de la luna.
Los muchachos de la doce más violentos,
cuando la junan en la Bombonera,
le piden a la Virgen de los Vientos,
que le levante a Paula la pollera.
Veinte años de mitos mal curados
dibujando Dieguitos y Mafaldas,
veinte vidas hubiera yo tardado
en contar los lunares de su espalda.
Le debo una canción y algunos besos,
que valen más que el oro del Perú.
Sus huesos son sobrinos de mis huesos,
sus lágrimas, los clavos de mi cruz.
De González Catán, en colectivo,
a la cancha de Boca, por Laguna,
va soñando "¡hoy ganamos el partido!"
la Jermu, que me engaña con la luna.
Alguna vez le harán un monumento
los de la barra brava a mi bostera
y una ermita a la Virgen de los Vientos,
que le levanta a Paula la pollera.
De González Catán a Tirso de Molina, ¡qué trajín!,
de España a la Argentina,
qué meneo, qué vaivén,
qué ajetreo, qué mareo, qué ruina.
¿Y por c**pa de quién?
Del amor de una mina,
¿Y total para qué?
Si al final se rajó con un pibe
que le prohibe a mi ex
ir a verme al Gran Rex
cuando estoy de visita,
no sea que Paulita se ponga a llorar
al oír su milonga,
no sea que a Paulita le dé por bailar
al compás de la conga
y vuelva enfermita a González Catán
y no se reponga
y se ponga más loca de lo habitual...
Bendita pollera,
menuda bandera para una canción
¡y que delantera!
aquel año Boca salió campeón
en la Bombonera,
ninguna bostera se puede quejar,
aunque le sobre razón,
si pinta remeras con el corazón
y con las caderas,
le toca a Palermo tocar el balón,
la doce se altera,
le toca al gallego tocar este son
para una bostera
el año que Boca salió campeón
en la Bombonera.
de urgencias, disimulos y rutinas,
veinte años c**plidos en mis brazos,
con la carne del alma de gallina.
Veinte años de príncipes azules
que se marchaban antes de llegar,
veinte tangos de Manzi en los baúles,
veinte siglos sin cartas de papá.
De González Catán, en colectivo,
a la cancha de Boca, por Laguna,
va soñando "¡hoy ganamos el partido!"
la niña de los ojos de la luna.
Los muchachos de la doce más violentos,
cuando la junan en la Bombonera,
le piden a la Virgen de los Vientos,
que le levante a Paula la pollera.
Veinte años de mitos mal curados
dibujando Dieguitos y Mafaldas,
veinte vidas hubiera yo tardado
en contar los lunares de su espalda.
Le debo una canción y algunos besos,
que valen más que el oro del Perú.
Sus huesos son sobrinos de mis huesos,
sus lágrimas, los clavos de mi cruz.
De González Catán, en colectivo,
a la cancha de Boca, por Laguna,
va soñando "¡hoy ganamos el partido!"
la Jermu, que me engaña con la luna.
Alguna vez le harán un monumento
los de la barra brava a mi bostera
y una ermita a la Virgen de los Vientos,
que le levanta a Paula la pollera.
De González Catán a Tirso de Molina, ¡qué trajín!,
de España a la Argentina,
qué meneo, qué vaivén,
qué ajetreo, qué mareo, qué ruina.
¿Y por c**pa de quién?
Del amor de una mina,
¿Y total para qué?
Si al final se rajó con un pibe
que le prohibe a mi ex
ir a verme al Gran Rex
cuando estoy de visita,
no sea que Paulita se ponga a llorar
al oír su milonga,
no sea que a Paulita le dé por bailar
al compás de la conga
y vuelva enfermita a González Catán
y no se reponga
y se ponga más loca de lo habitual...
Bendita pollera,
menuda bandera para una canción
¡y que delantera!
aquel año Boca salió campeón
en la Bombonera,
ninguna bostera se puede quejar,
aunque le sobre razón,
si pinta remeras con el corazón
y con las caderas,
le toca a Palermo tocar el balón,
la doce se altera,
le toca al gallego tocar este son
para una bostera
el año que Boca salió campeón
en la Bombonera.