Sé de nuestro amigo lo que andan diciendo
todos los diarios. Está usted perdiendo su
tiempo conmigo, señor comisario.
Era un individuo de esos que se callan por no
hacer ruido, perdedor asiduo de tantas batallas
que gana el olvido.
Yo no les pregunto nunca a mis clientes datos
personales, me pagan y punto... ¡Pasa tanta
gente por estos hostales!... Nunca dio el menor
motivo de alarma, señor comisario, nadie
imaginó que escondiera un arma dentro del
armario.
Ciudadano cero, ¿qué razón
oscura te hizo salir del agujero?, siempre sin
paraguas, siempre a merced del aguacero.
Había acabado cuando llegaron los maderos.
Aquella mañana decidió que
había llegado el momento. Abrió la
ventana rumiando que hacía falta un
escarmiento.
Cargó la escopeta, se puso chaqueta,
pensando en las fotos. Hizo una ensalada de
sangre, aliñada con cristales rotos.
Dejó un gato cojo y un Volkswagen tuerto de
un tiro en un faro; no tuvo mal ojo, diecisiete
muertos en treinta disparos.
Cuando lo metían en una lechera, por fin
detenido, "ahora -decía- sabrá
España entera mis dos apellidos".
Ciudadano cero, ¿qué razón
oscura te hizo salir del agujero?, siempre sin
paraguas, siempre a merced del aguacero. Todo
había acabado cuando llegaron los maderos.
todos los diarios. Está usted perdiendo su
tiempo conmigo, señor comisario.
Era un individuo de esos que se callan por no
hacer ruido, perdedor asiduo de tantas batallas
que gana el olvido.
Yo no les pregunto nunca a mis clientes datos
personales, me pagan y punto... ¡Pasa tanta
gente por estos hostales!... Nunca dio el menor
motivo de alarma, señor comisario, nadie
imaginó que escondiera un arma dentro del
armario.
Ciudadano cero, ¿qué razón
oscura te hizo salir del agujero?, siempre sin
paraguas, siempre a merced del aguacero.
Había acabado cuando llegaron los maderos.
Aquella mañana decidió que
había llegado el momento. Abrió la
ventana rumiando que hacía falta un
escarmiento.
Cargó la escopeta, se puso chaqueta,
pensando en las fotos. Hizo una ensalada de
sangre, aliñada con cristales rotos.
Dejó un gato cojo y un Volkswagen tuerto de
un tiro en un faro; no tuvo mal ojo, diecisiete
muertos en treinta disparos.
Cuando lo metían en una lechera, por fin
detenido, "ahora -decía- sabrá
España entera mis dos apellidos".
Ciudadano cero, ¿qué razón
oscura te hizo salir del agujero?, siempre sin
paraguas, siempre a merced del aguacero. Todo
había acabado cuando llegaron los maderos.