Un caballero en Madrid tenía una noble criada
era tan leal y bonita, que de ella se enamoraba;
rendido la perseguía, andaba de sala en sala.
Dale lugar una noche para marcharse de casa.
Otro día a la mañana, la su mujer se levanta:
- Levántate, ya, Don Diego, que se marchó la criada,
nos ha llevado el dinero y el talego de la plata.
Aparéjate el caballo, te marcharás a buscarla,
le quitarás el dinero; otro daño no le hagas.
En el medio del camino, al amo ya le pesaba.
- Oh río, como no creces; oh fuente como no manas.
Doña Ura que lo ha oido, se ha ocultado entre unas ramas.
- Si tú te dieras a mi, serías ama en mi casa;
tú serías mi mujer, y mi mujer tu criada.
- No quiero que por mí sea la su mujer malcasada,
no quiero que los criados a mí me llamaran ama,
ni quiero que mi familia por mí sea deshonrada.
- Entonces métete monja del Convento Santa Clara.
- Eso sí que lo haré yo, porque a eso estoy obligada.
El sábado puso el paño, el domingo cayó mala,
el lunes ya se murió, el martes ya la enterraban.
Las campanas del país, desde muy lejos se oían;
unos dicen ¿quién seá?, y otros dicen ¿quién sería?
Es l'alma de Doña Ura, que para el cielo subía.
era tan leal y bonita, que de ella se enamoraba;
rendido la perseguía, andaba de sala en sala.
Dale lugar una noche para marcharse de casa.
Otro día a la mañana, la su mujer se levanta:
- Levántate, ya, Don Diego, que se marchó la criada,
nos ha llevado el dinero y el talego de la plata.
Aparéjate el caballo, te marcharás a buscarla,
le quitarás el dinero; otro daño no le hagas.
En el medio del camino, al amo ya le pesaba.
- Oh río, como no creces; oh fuente como no manas.
Doña Ura que lo ha oido, se ha ocultado entre unas ramas.
- Si tú te dieras a mi, serías ama en mi casa;
tú serías mi mujer, y mi mujer tu criada.
- No quiero que por mí sea la su mujer malcasada,
no quiero que los criados a mí me llamaran ama,
ni quiero que mi familia por mí sea deshonrada.
- Entonces métete monja del Convento Santa Clara.
- Eso sí que lo haré yo, porque a eso estoy obligada.
El sábado puso el paño, el domingo cayó mala,
el lunes ya se murió, el martes ya la enterraban.
Las campanas del país, desde muy lejos se oían;
unos dicen ¿quién seá?, y otros dicen ¿quién sería?
Es l'alma de Doña Ura, que para el cielo subía.