Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
Amar, pero quién ama?
Volar, pero quién vuela?
Pero quién ama?
Pero quién vuela?
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
Un ser ardiente,
claro de deseos, alado,
quiso ascender,
tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre
se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas
puso valor y olvido.
Iba tan alto a veces,
que le resplandecía
sobre la piel el cielo,
bajo la piel, el ave.
Ser que te confundiste
con una alondra un día,
te desplomaste otros
como el granizo grave.
Amar, pero quién ama?
Volar, pero quién vuela?
Pero quién ama?
Pero quién vuela?
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
Conquistaré el azul
ávido de plumaje,
pero el amor, abajo
siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas
que da cierto coraje.
Los brazos no aletean.
Son acaso una cola
que el corazón quisiera
lanzar al firmamento.
La sangre se entristece
de debatirse sola.
Los ojos vuelven tristes
de mal conocimiento.
Amar, pero quién ama?
Volar, pero quién vuela?
Pero quién ama?
Pero quién vuela?
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
No volarás, no puedes volar,
cuerpo que vagas
por estas galerías
donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas
en ascender, naufragas.
No clamarás el campo
sigue desierto y mudo.
Cada ciudad dormida,
despierta loca, exhala
un silencio de cárcel,
de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco
de no poder ser ala.
El hombre yace.
El cielo se eleva
El aire mueve
Amar, pero quién ama?
Volar, pero quién vuela?
Pero quién ama?
Pero quién vuela?
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
Amar, pero quién ama?
Volar, pero quién vuela?
Pero quién ama?
Pero quién vuela?
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
Amar, pero quién ama?
Volar, pero quién vuela?
Pero quién ama?
Pero quién vuela?
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
Un ser ardiente,
claro de deseos, alado,
quiso ascender,
tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre
se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas
puso valor y olvido.
Iba tan alto a veces,
que le resplandecía
sobre la piel el cielo,
bajo la piel, el ave.
Ser que te confundiste
con una alondra un día,
te desplomaste otros
como el granizo grave.
Amar, pero quién ama?
Volar, pero quién vuela?
Pero quién ama?
Pero quién vuela?
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
Conquistaré el azul
ávido de plumaje,
pero el amor, abajo
siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas
que da cierto coraje.
Los brazos no aletean.
Son acaso una cola
que el corazón quisiera
lanzar al firmamento.
La sangre se entristece
de debatirse sola.
Los ojos vuelven tristes
de mal conocimiento.
Amar, pero quién ama?
Volar, pero quién vuela?
Pero quién ama?
Pero quién vuela?
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
No volarás, no puedes volar,
cuerpo que vagas
por estas galerías
donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas
en ascender, naufragas.
No clamarás el campo
sigue desierto y mudo.
Cada ciudad dormida,
despierta loca, exhala
un silencio de cárcel,
de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco
de no poder ser ala.
El hombre yace.
El cielo se eleva
El aire mueve
Amar, pero quién ama?
Volar, pero quién vuela?
Pero quién ama?
Pero quién vuela?
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!
Amar, pero quién ama?
Volar, pero quién vuela?
Pero quién ama?
Pero quién vuela?
Sólo quien ama, vuela!
Sólo quien ama, vuela!