EL PERIODISTA - Nadie hubiera creído a finales del siglo XIX, que la vida humana estaba siendo observada desde los mundos infinitos del espacio. Nadie habría podido soñar que estábamos siendo estudiados como se examinan bajo un microscopio los organismos en una gota de agua. Pocos hombres admitían incluso la posibilidad de vida en otros planetas. Sin embargo, a través del abismo espacial, mentes infinitamente superiores a las nuestras dirigían su codiciosa mirada hacia esta tierra. Y lenta, pero inexorablemente, dispusieron sus planes contra nosotros...
A la medianoche del 12 de agosto, una gigantesca masa de gas luminoso surgió desde Marte y se dirigió vertiginosa hacia la tierra. Surcando un vacío de millones de kilómetros, llegó el primero de los misiles que habrían de traernos tantas calamidades. Mientras yo observaba, hubo otra explosión de gas, otro misil se ponía en camino.
Y durante las diez noches siguientes ocurrió lo mismo, una llamarada centelleando desde Marte y un verde luminoso que dejaba tras sí una estela verdosa. Un espectáculo fantástico, pero, sin embargo, alarmante. El astrónomo Ogilvy me aseguró que no corríamos peligro. Estaba convencido de que no podía existir vida alguna en aquel planeta tan remoto y temible.
The chances of anything coming from Mars are a million to one, he said.
The chances of anything coming from Mars are a million to one, But still, they come!
Luego llegó la noche en que el primer misil se acercó a la Tierra. Parecía tratarse de una simple estrella fugaz, pero al día siguiente había un gran cráter en medio del parque. Ogilvy vino a examinar lo que allí había: un cilindro enorme, incandescente, con extraños sonidos proviniendo del interior. De p***to, la tapa empezó a moverse, a girar, a desenroscarse. Ogilvy temió que hubiera dentro un hombre intentando salir, corrió hacia el cilindro, pero el tremendo calor le detuvo antes de abrasarse contra el metal.
The chances of anything coming from Mars are a million to one, he said.
The chances of anything coming from Mars are a million to one, But still, they come!
Yes, the chances of anything coming from Mars are a million to one, he said.
The chances of anything coming from Mars are a million to one, But still, they come!
Ahora, me resulta increíble que la gente pudiera pasar aquella noche como cualquier otra. De la estación llegaba el sonido de los trenes con sus repiqueteos y estruendos convertidos en melodía por la distancia. ¡Todo parecía tan tranquilo y seguro!
A la medianoche del 12 de agosto, una gigantesca masa de gas luminoso surgió desde Marte y se dirigió vertiginosa hacia la tierra. Surcando un vacío de millones de kilómetros, llegó el primero de los misiles que habrían de traernos tantas calamidades. Mientras yo observaba, hubo otra explosión de gas, otro misil se ponía en camino.
Y durante las diez noches siguientes ocurrió lo mismo, una llamarada centelleando desde Marte y un verde luminoso que dejaba tras sí una estela verdosa. Un espectáculo fantástico, pero, sin embargo, alarmante. El astrónomo Ogilvy me aseguró que no corríamos peligro. Estaba convencido de que no podía existir vida alguna en aquel planeta tan remoto y temible.
The chances of anything coming from Mars are a million to one, he said.
The chances of anything coming from Mars are a million to one, But still, they come!
Luego llegó la noche en que el primer misil se acercó a la Tierra. Parecía tratarse de una simple estrella fugaz, pero al día siguiente había un gran cráter en medio del parque. Ogilvy vino a examinar lo que allí había: un cilindro enorme, incandescente, con extraños sonidos proviniendo del interior. De p***to, la tapa empezó a moverse, a girar, a desenroscarse. Ogilvy temió que hubiera dentro un hombre intentando salir, corrió hacia el cilindro, pero el tremendo calor le detuvo antes de abrasarse contra el metal.
The chances of anything coming from Mars are a million to one, he said.
The chances of anything coming from Mars are a million to one, But still, they come!
Yes, the chances of anything coming from Mars are a million to one, he said.
The chances of anything coming from Mars are a million to one, But still, they come!
Ahora, me resulta increíble que la gente pudiera pasar aquella noche como cualquier otra. De la estación llegaba el sonido de los trenes con sus repiqueteos y estruendos convertidos en melodía por la distancia. ¡Todo parecía tan tranquilo y seguro!