Mariposea en alcobas ajenas
tu risa mágica
mientras yo arrastro entre zarzas y penas
la mía trágica,
imaginando en escenas variadas
y muy, muy crudas,
ese esplendor que mujeres y hadas
tenéis desnudas.
Tú en vivas carnes con otros obsesos,
yo, en carne viva,
yo, que dispuse hasta ayer de tus besos
en exclusiva.
Hoy que tu amor establece franquicias
en cualquier parte
recuerdo que enriquecí tus caricias
con algo de arte,
contribuyendo, qué imbécil, al goce
de esos groseros
que ni las gracias me dan, se conoce
que ponen peros.
Y aun tendrán celos de mi, qué pelmazos,
menuda peña.
Pero allá tú con sus toscos abrazos,
eres muy dueña.
Yo soy aquí quien no tiene derechos,
vale, conforme,
que el corazón asimile los hechos,
que se me ahorme.
Hazme un favor, dame tiempo, unos días,
que lo digiera,
ahora tan sólo diré tonterías
como cualquiera,
como decir que hay reproches menores
que quiero hacerte:
casi me creo tus locos amores
hasta la muerte.
"No ando muy libre -te dije- ya sabes
mis compromisos",
y respondiste "aquí tienes mis llaves,
sobran avisos,
ya pondré yo el gran amor, tú tranquilo,
mientras que pueda,
¿eso querías?, pues sigue a tu estilo,
ruede la rueda
y alégrate de tu buena fortuna,
que en el sorteo
me haya tocado ser la ciento una
de tu museo.
Pero te advierto que pienso durarte
la vida entera,
que yo también dando toques de arte
soy una fiera,
soy estupenda, soy lo inesperado
y soy lasciva,
y a ti te veo un poquito escorado
y a la deriva."
No era un farol, era un póquer de ases,
era tu mano.
Puesta en la mía siguió mis compases
todo un verano.
Ahora de nuevo el otoño me embiste,
según costumbre,
la cientodós no aparece, qué triste,
qué incertidumbre.
Entre que llega o no llega en ti pienso,
ya no me adoras,
siento un dolor más o menos inmenso,
y a todas horas
mientras arrastro entre zarzas y penas
mi risa trágica,
mariposea en alcobas ajenas
la tuya mágica,
tu risa mágica.
(Javier Krahe)
tu risa mágica
mientras yo arrastro entre zarzas y penas
la mía trágica,
imaginando en escenas variadas
y muy, muy crudas,
ese esplendor que mujeres y hadas
tenéis desnudas.
Tú en vivas carnes con otros obsesos,
yo, en carne viva,
yo, que dispuse hasta ayer de tus besos
en exclusiva.
Hoy que tu amor establece franquicias
en cualquier parte
recuerdo que enriquecí tus caricias
con algo de arte,
contribuyendo, qué imbécil, al goce
de esos groseros
que ni las gracias me dan, se conoce
que ponen peros.
Y aun tendrán celos de mi, qué pelmazos,
menuda peña.
Pero allá tú con sus toscos abrazos,
eres muy dueña.
Yo soy aquí quien no tiene derechos,
vale, conforme,
que el corazón asimile los hechos,
que se me ahorme.
Hazme un favor, dame tiempo, unos días,
que lo digiera,
ahora tan sólo diré tonterías
como cualquiera,
como decir que hay reproches menores
que quiero hacerte:
casi me creo tus locos amores
hasta la muerte.
"No ando muy libre -te dije- ya sabes
mis compromisos",
y respondiste "aquí tienes mis llaves,
sobran avisos,
ya pondré yo el gran amor, tú tranquilo,
mientras que pueda,
¿eso querías?, pues sigue a tu estilo,
ruede la rueda
y alégrate de tu buena fortuna,
que en el sorteo
me haya tocado ser la ciento una
de tu museo.
Pero te advierto que pienso durarte
la vida entera,
que yo también dando toques de arte
soy una fiera,
soy estupenda, soy lo inesperado
y soy lasciva,
y a ti te veo un poquito escorado
y a la deriva."
No era un farol, era un póquer de ases,
era tu mano.
Puesta en la mía siguió mis compases
todo un verano.
Ahora de nuevo el otoño me embiste,
según costumbre,
la cientodós no aparece, qué triste,
qué incertidumbre.
Entre que llega o no llega en ti pienso,
ya no me adoras,
siento un dolor más o menos inmenso,
y a todas horas
mientras arrastro entre zarzas y penas
mi risa trágica,
mariposea en alcobas ajenas
la tuya mágica,
tu risa mágica.
(Javier Krahe)