Fueron alegres
los días de verano,
vinieron empujando
los breves del otoño,
un poco de septiembre
sereno y elegante,
avisa de un invierno
largo y tenebroso.
Sobre la hierba fría
las hojas tiesas,
un día casi hermoso
de sol radiante.
Si fuera por la niebla
caería el rostro sutil
de una breve mañana
dispuesta al atardecer.
Y pienso en un instante,
recuerdo con prudencia,
los días de una infancia
disuelta por Madrid.
Por calles empedradas,
las cosas de color gris
y un mundo indiferente,
de frente y de perfil.
A nadie las horas
de mi móvil soledad
decidida, sin destino
que entregué a la vida,
hermosa como el viento
que revuelve la maleza,
de los bosques de un cerebro
que envejece y se transtrorna.
A nadie los días
de mi osada juventud,
clavados como espinas
curiosas de pasión,
cristales de colores,
tinieblas por la noche,
cortadas ya las flores
marchitas del edén.
Adiós, quebrado soneto,
guardián de la casa herida,
hormigas de cementerio
sobre tu tumba florida. (bis)
los días de verano,
vinieron empujando
los breves del otoño,
un poco de septiembre
sereno y elegante,
avisa de un invierno
largo y tenebroso.
Sobre la hierba fría
las hojas tiesas,
un día casi hermoso
de sol radiante.
Si fuera por la niebla
caería el rostro sutil
de una breve mañana
dispuesta al atardecer.
Y pienso en un instante,
recuerdo con prudencia,
los días de una infancia
disuelta por Madrid.
Por calles empedradas,
las cosas de color gris
y un mundo indiferente,
de frente y de perfil.
A nadie las horas
de mi móvil soledad
decidida, sin destino
que entregué a la vida,
hermosa como el viento
que revuelve la maleza,
de los bosques de un cerebro
que envejece y se transtrorna.
A nadie los días
de mi osada juventud,
clavados como espinas
curiosas de pasión,
cristales de colores,
tinieblas por la noche,
cortadas ya las flores
marchitas del edén.
Adiós, quebrado soneto,
guardián de la casa herida,
hormigas de cementerio
sobre tu tumba florida. (bis)