En una ciudad portuaria como Peumayen, se podrán imaginar, las leyendas están en todas partes. Leyendas de monstruos marinos que devoran a navegantes, o que los salvan. Leyendas de amantes que se ahogaron nadando hacia el futuro. Leyendas de buques fantasma condenados por su ambición. Y como no también, inevitablemente, leyendas de despedidas.
La protagonista de esta leyenda, de esta despedida, se llamaba, como no, Penélope. No sé si el se llamaba Ulises. Y ella despidió a su amado, no muy lejos de aquí, en la costa, agitando el pañuelo blanco del desconsuelo, viendo como el horizonte consumía, a lo lejos, las velas del barco en que viajaba el hombre de su vida.
Él antes de marchar le dijo a ella:
"Amor mio tengo que partir. Nuevos horizontes me esperan. Allá donde el mar y el cielo juntan sus labios. Tesoros escondidos en el fondo de un cofre enterrado en una playa que no aparece en ningun mapa, en lejanos acantilados donde el mar susurra mi nombre a golpe de ola. Amor mi tengo que marchar, pero espérame. Espérame, por que... espérame. Regresare si, seremos los mismos, pero con la certeza de haber emprendido el viaje que anunciaban las sirenas, con la certeza de haber asumido el reto de estar vivo. Adios"
Se dieron un largo beso de pelicula y el se subio a su velero y se fue...
Y Penelope se quedo esperando, día tras día, mes tras mes, apretando el pañuelo blanco del desconsuelo contra el pecho, soñando ser fanal que atrajera a su amante. Con los ojos heridos por el salitre y el alma roja por los sargazos, mirando el lejano horizonte, tratando de adivinar la silueta de un barco lejano que le trajera de vuelta a su hombre.
Total que espero muchisimo la mujer y nosotros aqui en Peumayen soliamos acercanos a ella para hacerle mas llevadera la espera. Le dabamos conversacion y le contabamos cualquier chisme de aqui para hacerle mas llevadera la espera, sobre todo para apartar su mirada del horizonte lejano y traerla de vuelta hasta nosotros, y le deciamos cualquier cosa que "Si no se quien se enrolla con no se cual", pero por lo general no hacia ni caso, seguia empeñada en buscar aquel velero, la silueta lejana de un barco que le trajera de vuelta a su vida.
Estaba una tarde ella, como tantas otras, en la playa, con los pies enterrados en la arena, la arena que vertio su reloj de tanto esperar, de nuevo solo sonaba el leve rumor del mar, el viejo faro de Peumayen empezaba a parpadear, nuestra amiga la gaviota cruzaba el cielo naranja. Penelope divisaba el horizonte tratando de encontrar su velero, esperando y esperando, y mientras, haciendo repaso de lo vivido, Penelope reflexionaba, tratando de llegar quizas a alguna conclusion, haciendo repaso de los caminos tomados, de las desiciones tomadas, y Penelope se dijo a si misma:
"Hasta aquí hemos llegado, yo ya no espero mas. Que voy a estar toda la vida esperando?"
"Se marchó a buscar nuevos horizontes, y no supo encontrarlos en la curva de mi espalda. Se marchó a buscar un tesoro, que se fue, a madrid?, llevan toda la puñetera vida buscandolo. Yo me voy"
Y efectivamente, al dia siguiente Penelope dejo Peumayen. Tenias que verla, de camino al autobus que le sacaba de la ciudad, con una sonrisa que no le cabia en la cara y nosotros le deciamos:
- Hasta p***to Penelope.
Y ella decia:
- Hasta nunca Chaval.
Y se fue para un pueblo del interior, que el salitre y los sargazos ya le habian jodido suficientemente la salud.
Y p***to encontró trabajo como taquillera en un viejo cine de barrio,y le va bien ahora anda en amores con el muchacho que trabaja en el proyector. Y es feliz. No solamente porque el muchacho que trabaja en el proyector tiene 15 años menos que ella, que todo influye.
Le van bien las cosas, del tipo que se marchó en su barco no hemos vuelto a saber nada, por lo menos aqui en Peumayen.
Penelope piensa en el? Si. Algunas tardes de inviernos cuando duelen esas viejas heridas que parecen no cicatrizar nunca y cuando en la pantalla de su cine aparece un barco sarandeado por un mar embravecido, entonces Penelope, como en aquella ocasion, hace repaso de lo andado, de las desiciones tomadas, de los caminos desechados, trata de llegar a alguna conclusion y se dice:
"Pobre tipo, no sabe lo que se perdio."
La protagonista de esta leyenda, de esta despedida, se llamaba, como no, Penélope. No sé si el se llamaba Ulises. Y ella despidió a su amado, no muy lejos de aquí, en la costa, agitando el pañuelo blanco del desconsuelo, viendo como el horizonte consumía, a lo lejos, las velas del barco en que viajaba el hombre de su vida.
Él antes de marchar le dijo a ella:
"Amor mio tengo que partir. Nuevos horizontes me esperan. Allá donde el mar y el cielo juntan sus labios. Tesoros escondidos en el fondo de un cofre enterrado en una playa que no aparece en ningun mapa, en lejanos acantilados donde el mar susurra mi nombre a golpe de ola. Amor mi tengo que marchar, pero espérame. Espérame, por que... espérame. Regresare si, seremos los mismos, pero con la certeza de haber emprendido el viaje que anunciaban las sirenas, con la certeza de haber asumido el reto de estar vivo. Adios"
Se dieron un largo beso de pelicula y el se subio a su velero y se fue...
Y Penelope se quedo esperando, día tras día, mes tras mes, apretando el pañuelo blanco del desconsuelo contra el pecho, soñando ser fanal que atrajera a su amante. Con los ojos heridos por el salitre y el alma roja por los sargazos, mirando el lejano horizonte, tratando de adivinar la silueta de un barco lejano que le trajera de vuelta a su hombre.
Total que espero muchisimo la mujer y nosotros aqui en Peumayen soliamos acercanos a ella para hacerle mas llevadera la espera. Le dabamos conversacion y le contabamos cualquier chisme de aqui para hacerle mas llevadera la espera, sobre todo para apartar su mirada del horizonte lejano y traerla de vuelta hasta nosotros, y le deciamos cualquier cosa que "Si no se quien se enrolla con no se cual", pero por lo general no hacia ni caso, seguia empeñada en buscar aquel velero, la silueta lejana de un barco que le trajera de vuelta a su vida.
Estaba una tarde ella, como tantas otras, en la playa, con los pies enterrados en la arena, la arena que vertio su reloj de tanto esperar, de nuevo solo sonaba el leve rumor del mar, el viejo faro de Peumayen empezaba a parpadear, nuestra amiga la gaviota cruzaba el cielo naranja. Penelope divisaba el horizonte tratando de encontrar su velero, esperando y esperando, y mientras, haciendo repaso de lo vivido, Penelope reflexionaba, tratando de llegar quizas a alguna conclusion, haciendo repaso de los caminos tomados, de las desiciones tomadas, y Penelope se dijo a si misma:
"Hasta aquí hemos llegado, yo ya no espero mas. Que voy a estar toda la vida esperando?"
"Se marchó a buscar nuevos horizontes, y no supo encontrarlos en la curva de mi espalda. Se marchó a buscar un tesoro, que se fue, a madrid?, llevan toda la puñetera vida buscandolo. Yo me voy"
Y efectivamente, al dia siguiente Penelope dejo Peumayen. Tenias que verla, de camino al autobus que le sacaba de la ciudad, con una sonrisa que no le cabia en la cara y nosotros le deciamos:
- Hasta p***to Penelope.
Y ella decia:
- Hasta nunca Chaval.
Y se fue para un pueblo del interior, que el salitre y los sargazos ya le habian jodido suficientemente la salud.
Y p***to encontró trabajo como taquillera en un viejo cine de barrio,y le va bien ahora anda en amores con el muchacho que trabaja en el proyector. Y es feliz. No solamente porque el muchacho que trabaja en el proyector tiene 15 años menos que ella, que todo influye.
Le van bien las cosas, del tipo que se marchó en su barco no hemos vuelto a saber nada, por lo menos aqui en Peumayen.
Penelope piensa en el? Si. Algunas tardes de inviernos cuando duelen esas viejas heridas que parecen no cicatrizar nunca y cuando en la pantalla de su cine aparece un barco sarandeado por un mar embravecido, entonces Penelope, como en aquella ocasion, hace repaso de lo andado, de las desiciones tomadas, de los caminos desechados, trata de llegar a alguna conclusion y se dice:
"Pobre tipo, no sabe lo que se perdio."