Escucha tú que eres la dueña de este mundo,
pues yo estoy dentro de este mundo donde mandas,
soy nada más que un bardo altivo y vagabundo
que sabe siempre claramente por donde anda.
En los vagones de este tren que es el vivir,
viajas en clase de primera, alta la frente.
Yo vago a pie con mi rutina de morir
y hasta mi muerte va en tercera solamente.
Andas del brazo por la vida con la buena
y tus caminos suben siempre como escalas.
En mi existencia duermo apenas con la pena
y si me cuelgo de una estrella es de la mala.
La playa, el sol, el mar, la luz costeña
son esas joyas con que adornas tu relajo.
El frío, el polvo, el viento, el trago, son mis señas
y la fatiga, mi corona de trabajo.
La trasnochada se inventó para tus besos
y en muchos brazos amaneces mensualmente.
A mí la noche me congela hasta los huesos
y ni las copas te me arrancan de la mente.
Así transcurre tu dorada complacencia
y así también mi repetida incertidumbre,
me haces creer que nos separa la decencia,
cuando en verdad nos tiene lejos la costumbre.
Hasta que un día se den vuelta los papeles
y nuestras rutas se nos vayan acercando.
La vida busca como el agua los niveles:
cuídate bien porque el momento está llegando
pues yo estoy dentro de este mundo donde mandas,
soy nada más que un bardo altivo y vagabundo
que sabe siempre claramente por donde anda.
En los vagones de este tren que es el vivir,
viajas en clase de primera, alta la frente.
Yo vago a pie con mi rutina de morir
y hasta mi muerte va en tercera solamente.
Andas del brazo por la vida con la buena
y tus caminos suben siempre como escalas.
En mi existencia duermo apenas con la pena
y si me cuelgo de una estrella es de la mala.
La playa, el sol, el mar, la luz costeña
son esas joyas con que adornas tu relajo.
El frío, el polvo, el viento, el trago, son mis señas
y la fatiga, mi corona de trabajo.
La trasnochada se inventó para tus besos
y en muchos brazos amaneces mensualmente.
A mí la noche me congela hasta los huesos
y ni las copas te me arrancan de la mente.
Así transcurre tu dorada complacencia
y así también mi repetida incertidumbre,
me haces creer que nos separa la decencia,
cuando en verdad nos tiene lejos la costumbre.
Hasta que un día se den vuelta los papeles
y nuestras rutas se nos vayan acercando.
La vida busca como el agua los niveles:
cuídate bien porque el momento está llegando