Te acordás, mi chinita
del Puente Pexoa donde te besé!...
Que extasiada en mis labios
tú me repetías: -No te olvidaré...
Tardecita de sol,
fiel testigo de amor.
En el Puente Pexoa,
querida del alma,
no existió el dolor.
¿Cómo estará
en la ensenada del viejo ceibal,
los jazmineros y orquídeas en flor
a quien cantó dulcemente el zorzal?
Quiero volver,
a contemplarme en tus ojos cambá
y que me beses como te besé,
bajo la sombra del jacarandá.
Y ese largo camino
que hoy el destino
de ti me alejó.
No podrá la distancia
vencer a las ansias
de unirnos tú y yo.
Entonces cantaré,
nochecitas de amor,
a ese cielo divino,
cielo correntino
que nos cobijó.
¿Cómo estará
en la ensenada del viejo ceibal,
los jazmineros y orquídeas en flor
a quien cantó dulcemente el zorzal?
Quiero volver,
a contemplarme en tus ojos cambá
y que me beses como te besé,
bajo la sombra del jacarandá.
del Puente Pexoa donde te besé!...
Que extasiada en mis labios
tú me repetías: -No te olvidaré...
Tardecita de sol,
fiel testigo de amor.
En el Puente Pexoa,
querida del alma,
no existió el dolor.
¿Cómo estará
en la ensenada del viejo ceibal,
los jazmineros y orquídeas en flor
a quien cantó dulcemente el zorzal?
Quiero volver,
a contemplarme en tus ojos cambá
y que me beses como te besé,
bajo la sombra del jacarandá.
Y ese largo camino
que hoy el destino
de ti me alejó.
No podrá la distancia
vencer a las ansias
de unirnos tú y yo.
Entonces cantaré,
nochecitas de amor,
a ese cielo divino,
cielo correntino
que nos cobijó.
¿Cómo estará
en la ensenada del viejo ceibal,
los jazmineros y orquídeas en flor
a quien cantó dulcemente el zorzal?
Quiero volver,
a contemplarme en tus ojos cambá
y que me beses como te besé,
bajo la sombra del jacarandá.