Aún recuerdo ver judios muertos en las alambradas eléctricas. Sacos llenos de huesos podridos que habían sido cuerpos con vida. Mujeres abortando sobre el barro. Ancianos volviéndose locos. Hornos ardiendo, niños llorando, con un número tatuado en sus brazos. Pero no me convencen vuestras promesas de no cometer errores pasados y al mismo tiempo los nuevos gobiernos juzgáis anacrónico recordar Auschwitz.