José A. Morales (Colombia)
Mi señora Rosario, muy buenas noches,
ábrame usted su tienda sólo un momento,
porque vengo cansado desde muy lejos,
y traigo el alma enferma de sufrimiento.
No la demoro mucho doña Rosario
mientras me bebo apenas un aguardiente,
y me fumo un tabaco de esos baratos
y le cuento un poquito sobre mi suerte.
Muchas gracias señora por darme albergue,
y dejar que le cuente mi triste historia,
pero deme otro trago doña Rosario,
que el primer aguardiente me supo a gloria.
Desde entonces señora, voy por el mundo,
bendiciendo a los seres que no han querido,
porque ellos no saben cómo es la vida
cuando se lleva plena de odio y olvido.
Ya le conté mi historia y sigo mi marcha,
pero deme otro trago y con él la cuenta,
porque he de volver p***to doña Rosario
y espero que usted siempre me abra la puerta.
Mi señora Rosario, muy buenas noches,
ábrame usted su tienda sólo un momento,
porque vengo cansado desde muy lejos,
y traigo el alma enferma de sufrimiento.
No la demoro mucho doña Rosario
mientras me bebo apenas un aguardiente,
y me fumo un tabaco de esos baratos
y le cuento un poquito sobre mi suerte.
Muchas gracias señora por darme albergue,
y dejar que le cuente mi triste historia,
pero deme otro trago doña Rosario,
que el primer aguardiente me supo a gloria.
Desde entonces señora, voy por el mundo,
bendiciendo a los seres que no han querido,
porque ellos no saben cómo es la vida
cuando se lleva plena de odio y olvido.
Ya le conté mi historia y sigo mi marcha,
pero deme otro trago y con él la cuenta,
porque he de volver p***to doña Rosario
y espero que usted siempre me abra la puerta.