Puede que alguien venga a tu casa y te diga que tienes que abandonarla por no haber pagado
las últimas letras de cada mes, le pedirás compasión pero no te la va a dar porque es su trabajo
y perderás la dignidad cuando te pongas a sus pies, entonces tu hijo que solamente tiene once años, dice:
papa no te arrodilles que pareces tonto, ¿es que no lo ves? y por hacer caso al niño y para demostrarle que eres un hombre,
te levantarás y le darás al otro en el gepeto un buen revés.
El hombre que finalmente cae rodando por las escaleras, muere automáticamente por un fuerte golpe en el envés,
te le quedas mirando 47 segundos para acabar cogiendo el cadáver y meterlo en casa después, después,
valga la redundancia, lloras por lo que has hecho mientras tu hijo de 11 años ve en la tele Johnny Quest,
y a las 7:25 te cuestionas soluciones ante el drama ¿como saber lo que es mejor pues?
Llaman a la puerta y claro, te pones muy nervioso ¿quién será, quién será? ¡dios, mío, dios mío! que stress,
de repente tu hijo que solamente tiene 11 años, abre primero la puerta en vez de preguntar antes quién es,
es la vecina que normalmente todos los jueves a las 8:17 os deja dos barras bien hechas de pan payés,
y creyendo que el señor sentado tranquilo en el sofá estaba vivo se marchó y diciendo adiós a los tres.
Piensas en escaparte, en acabar siendo un fugitivo, en huir lejos a las montañas y vivir siendo un montañés,
pero la justicia que con los pobres suele ser más que efectiva, te perseguirá y sin descanso allí donde tú estés.
Se te ocurre que si te entregas a la poli no te castigarán demasiado, siempre y cuando lo hagas de un modo cortés,
pero tu hijo, sí, que solamente tiene 11 años te dice: papa esa idea mejor a tu cerebro no le des.
Al día siguiente te despiertas con la tele encendida y con interesante documental sobre el vuelo del ciprés,
te acercas a la cocina y ves a tu hijo de 11 años que esta cocinando algo de carne y además con mucho interés.
Llegas al salón pero no encuentras el cadáver, sólo su ropa mal doblada y además puesta del revés,
así que miras al suelo y en la moqueta de tu casa la cual tienes que abandonar se encuentra tu gato montés,
y es que resulta que el niño, o sea tu hijo de 11 años, quería que el gato un día pudiera comer como un marqués,
sin nada en la nevera para comer, lo único en casa comestible era el señor que podría serviros de entremés.
Como la poli vio que os fuisteis, ni huellas ni cadáver se hallaron, no sospecharon, es más total desinterés,
solo carteles abundantes de la desaparición de un funcionario, Julián Gómez kalajan, de origen inglés.
las últimas letras de cada mes, le pedirás compasión pero no te la va a dar porque es su trabajo
y perderás la dignidad cuando te pongas a sus pies, entonces tu hijo que solamente tiene once años, dice:
papa no te arrodilles que pareces tonto, ¿es que no lo ves? y por hacer caso al niño y para demostrarle que eres un hombre,
te levantarás y le darás al otro en el gepeto un buen revés.
El hombre que finalmente cae rodando por las escaleras, muere automáticamente por un fuerte golpe en el envés,
te le quedas mirando 47 segundos para acabar cogiendo el cadáver y meterlo en casa después, después,
valga la redundancia, lloras por lo que has hecho mientras tu hijo de 11 años ve en la tele Johnny Quest,
y a las 7:25 te cuestionas soluciones ante el drama ¿como saber lo que es mejor pues?
Llaman a la puerta y claro, te pones muy nervioso ¿quién será, quién será? ¡dios, mío, dios mío! que stress,
de repente tu hijo que solamente tiene 11 años, abre primero la puerta en vez de preguntar antes quién es,
es la vecina que normalmente todos los jueves a las 8:17 os deja dos barras bien hechas de pan payés,
y creyendo que el señor sentado tranquilo en el sofá estaba vivo se marchó y diciendo adiós a los tres.
Piensas en escaparte, en acabar siendo un fugitivo, en huir lejos a las montañas y vivir siendo un montañés,
pero la justicia que con los pobres suele ser más que efectiva, te perseguirá y sin descanso allí donde tú estés.
Se te ocurre que si te entregas a la poli no te castigarán demasiado, siempre y cuando lo hagas de un modo cortés,
pero tu hijo, sí, que solamente tiene 11 años te dice: papa esa idea mejor a tu cerebro no le des.
Al día siguiente te despiertas con la tele encendida y con interesante documental sobre el vuelo del ciprés,
te acercas a la cocina y ves a tu hijo de 11 años que esta cocinando algo de carne y además con mucho interés.
Llegas al salón pero no encuentras el cadáver, sólo su ropa mal doblada y además puesta del revés,
así que miras al suelo y en la moqueta de tu casa la cual tienes que abandonar se encuentra tu gato montés,
y es que resulta que el niño, o sea tu hijo de 11 años, quería que el gato un día pudiera comer como un marqués,
sin nada en la nevera para comer, lo único en casa comestible era el señor que podría serviros de entremés.
Como la poli vio que os fuisteis, ni huellas ni cadáver se hallaron, no sospecharon, es más total desinterés,
solo carteles abundantes de la desaparición de un funcionario, Julián Gómez kalajan, de origen inglés.