Tango 1931
Música: Horacio Pettorossi
Letra: Horacio Pettorossi
Almitas torturadas,
pobres esclavas blancas del tango y la milonga.
Mujeres infecundas,
¡autómatas del vicio, sin alma y sin amor!...
No sé por qué esta noche
reflejan tus pupilas la pena que te mata
y en cada carcajada,
yo sé, pobre milonga, solloza el corazón.
Tal vez tu propia c**pa,
tal vez el desengaño
del hombre que has querido
y hoy para olvidarlo,
emborrachás tu alma
con tango y con champagne.
Pero pensá, milonga,
que hay una criaturita
de manecitas blancas
que en este mismo instante
tal vez a unos extraños
les llamará mamá...
No comprendés, milonga,
que vos pasás la vida en una farsa alegre,
donde se necesita,
para conquistar hombres, eterna juventud.
Pero los años pasan,
dejando sus recuerdos, recuerdos muy ingratos
y cuando vieja y fea
te encuentren tus "amigos",
verás qué ingratitud.
Yo sé que vos sos buena,
que escucharás este ruego
de este sincero amigo.
No sigas por la senda
de fáciles placeres, de tango y de champagne.
Pensá cinco minutos
en esa criaturita
de manecitas blancas,
que en este mismo instante,
tal vez a unos extraños, ¡les llamará mamá!
Música: Horacio Pettorossi
Letra: Horacio Pettorossi
Almitas torturadas,
pobres esclavas blancas del tango y la milonga.
Mujeres infecundas,
¡autómatas del vicio, sin alma y sin amor!...
No sé por qué esta noche
reflejan tus pupilas la pena que te mata
y en cada carcajada,
yo sé, pobre milonga, solloza el corazón.
Tal vez tu propia c**pa,
tal vez el desengaño
del hombre que has querido
y hoy para olvidarlo,
emborrachás tu alma
con tango y con champagne.
Pero pensá, milonga,
que hay una criaturita
de manecitas blancas
que en este mismo instante
tal vez a unos extraños
les llamará mamá...
No comprendés, milonga,
que vos pasás la vida en una farsa alegre,
donde se necesita,
para conquistar hombres, eterna juventud.
Pero los años pasan,
dejando sus recuerdos, recuerdos muy ingratos
y cuando vieja y fea
te encuentren tus "amigos",
verás qué ingratitud.
Yo sé que vos sos buena,
que escucharás este ruego
de este sincero amigo.
No sigas por la senda
de fáciles placeres, de tango y de champagne.
Pensá cinco minutos
en esa criaturita
de manecitas blancas,
que en este mismo instante,
tal vez a unos extraños, ¡les llamará mamá!