La llamada de Guillermo
no fue un ejemplo de casualidad.
Él es mayor que yo unos años,
ya no pensé que se fuera a casar.
En la boda de primo Guillermo
algo de mí me lo volví a encontrar.
La recepción reunió en la tarde
árboles, sombras y un jardín
con un sinfín de rostros tan queridos
que hoy se agigantan ante mí.
La foto con mis hermanos, yo abrazo a mi tía,
me hizo falta la voz del tío que ya no está,
pero por los que se van vi las sonrisas nuevas
rostros infantiles y aire familiar.
Mi abuela habló con su hermana y
se lo dijo todo
chistes que en la mesa subían de color.
Fue cayendo la tarde que huyó en tonos rojos
entre baile y música, ruido y color.
La boda del primo Guillermo
no fue un evento de casualidad.
Hubo algo como el amor de novios
y reencuentros que Guillermo armó
y para cuando la noche hubo recuerdos
que la luna iluminó.
Primo, sabías que aún guardo unos soldados
que no han ido nunca a un campo de batalla
para cuando ande contigo
yo no sé dónde cavar trincheras
a las que quieras mirar,
si eras mi hermano mayor y yo
que no recuerdo
cuando dejaste de jugar.
Sería en la escuela o las fiestas
no teníamos novia,
ni teníamos otra cosa que soñar.
Soñar en esos caminos que llevaban
lejos, y que nunca nos volvieron
a juntar.
La boda de Primo Guillermo
me citó para celebrar.
En la boda de Guillermo
las copas que me tomé de más
llevaron mi alma a sus extremos
y desbordaron mi felicidad,
me repuse con un día de asueto
pero el recuerdo permanecerá.
no fue un ejemplo de casualidad.
Él es mayor que yo unos años,
ya no pensé que se fuera a casar.
En la boda de primo Guillermo
algo de mí me lo volví a encontrar.
La recepción reunió en la tarde
árboles, sombras y un jardín
con un sinfín de rostros tan queridos
que hoy se agigantan ante mí.
La foto con mis hermanos, yo abrazo a mi tía,
me hizo falta la voz del tío que ya no está,
pero por los que se van vi las sonrisas nuevas
rostros infantiles y aire familiar.
Mi abuela habló con su hermana y
se lo dijo todo
chistes que en la mesa subían de color.
Fue cayendo la tarde que huyó en tonos rojos
entre baile y música, ruido y color.
La boda del primo Guillermo
no fue un evento de casualidad.
Hubo algo como el amor de novios
y reencuentros que Guillermo armó
y para cuando la noche hubo recuerdos
que la luna iluminó.
Primo, sabías que aún guardo unos soldados
que no han ido nunca a un campo de batalla
para cuando ande contigo
yo no sé dónde cavar trincheras
a las que quieras mirar,
si eras mi hermano mayor y yo
que no recuerdo
cuando dejaste de jugar.
Sería en la escuela o las fiestas
no teníamos novia,
ni teníamos otra cosa que soñar.
Soñar en esos caminos que llevaban
lejos, y que nunca nos volvieron
a juntar.
La boda de Primo Guillermo
me citó para celebrar.
En la boda de Guillermo
las copas que me tomé de más
llevaron mi alma a sus extremos
y desbordaron mi felicidad,
me repuse con un día de asueto
pero el recuerdo permanecerá.