Osea que... Sabe o no sabe?
-dije yo con impaciencia-.
Si sabe usted y lo olvida,
cmo sabe que lo supo?
Y de otro modo, si no sabe...
qu le ensear a la audiencia?
Me mir con una duda
ms profunda que la ma
y me pregunt:
-Qu dijo? Cmo dice que deca?
Y entonces al sinvergenza
dije en tono presumido:
-Se le olvidarn las cosas
porque no las ha sabido.
La gente aguard expectante,
e ignorando mi ofensiva cit
bajando la voz y de forma reflexiva:
-Slo s que no s nada...
Slo s que nada s...
Pero si alguien sabe menos,
siempre puede ser usted.
Ms permtame decirle
que nadie naci sabiendo
y que es cuestin de ir aprendiendo
y que yo le explique...
Conque guarde usted silencio
y no interrumpa con sus obistes.
Me dijo paternalista
y de manera socarrona,
como aquel que guia el ojo
cmplice de otra persona.
Pero a m no me engaaban
sus maneras profesoras
y urd desenmascararle
aunque perdiera diez horas.
Por su parte el saltimbanquis
afinaba una guitarra
que igual pulsara hbilmente,
y yo me dije:
'Solo aguarda a que se descuide
el demente'.
Pero inici una tonada
triste, lnguida y doliente,
la que llevaba por nombre:
'El insecto, el pjaro...
-y pens que era muy larga
cuando le agreg-
... Ah! y el hombre'.
Y sentenci:
-Sepan qu pasa...
aunque a veces les asombre.
-dije yo con impaciencia-.
Si sabe usted y lo olvida,
cmo sabe que lo supo?
Y de otro modo, si no sabe...
qu le ensear a la audiencia?
Me mir con una duda
ms profunda que la ma
y me pregunt:
-Qu dijo? Cmo dice que deca?
Y entonces al sinvergenza
dije en tono presumido:
-Se le olvidarn las cosas
porque no las ha sabido.
La gente aguard expectante,
e ignorando mi ofensiva cit
bajando la voz y de forma reflexiva:
-Slo s que no s nada...
Slo s que nada s...
Pero si alguien sabe menos,
siempre puede ser usted.
Ms permtame decirle
que nadie naci sabiendo
y que es cuestin de ir aprendiendo
y que yo le explique...
Conque guarde usted silencio
y no interrumpa con sus obistes.
Me dijo paternalista
y de manera socarrona,
como aquel que guia el ojo
cmplice de otra persona.
Pero a m no me engaaban
sus maneras profesoras
y urd desenmascararle
aunque perdiera diez horas.
Por su parte el saltimbanquis
afinaba una guitarra
que igual pulsara hbilmente,
y yo me dije:
'Solo aguarda a que se descuide
el demente'.
Pero inici una tonada
triste, lnguida y doliente,
la que llevaba por nombre:
'El insecto, el pjaro...
-y pens que era muy larga
cuando le agreg-
... Ah! y el hombre'.
Y sentenci:
-Sepan qu pasa...
aunque a veces les asombre.