Hace mucho tiempo,
casi ya no lo recuerdo,
zarpé rumbo al infinito
por los mares de lo incierto.
Mi barco era pobre
sin velas ni motor.
Navega con los remos
que mueve el corazón.
Mi techo, el cielo abierto.
Mi manta, las estrellas.
La luna son mis ojos.
La noche, dulce compañera.
Mi bandera es temida
por todos mis enemigos
que inventan mil historias:
leyendas de un desconocido.
Yo no soy un perro domesticado
que por un hueso menea el rabo.
Por ello soy perseguido,
por ello soy marginado.
Por morder la mano del amo.
Forajido terrorista,
inadaptado delincuente
me llama el ignorante.
Ladra el perro obediente.
Navego contra el viento
ondeando mi bandera
teñida con la sangre
de la sufrida clase obrera.
Forajido terrorista,
inadaptado delincuente
me llama el ignorante.
Ladra el perro obediente.
Tu silencio me hace fuerte,
tu cobardía más valiente.
Epitafio de mi tumba
cuando me abrace la muerte.
Los años van pasando
y sigo navegando
en este viejo barco
que el tiempo va desgastando.
Pero el timón sigue firme,
su rumbo no ha cambiado.
Siempre a contracorriente
sin olvidar jamás mi pasado.
Mi barco sigue pobre,
sin vela ni motor,
pero mi corazón sigue remando
por un mundo mejor.
Mi techo, el cielo abierto.
Mi manta, las estrellas.
La luna son mis ojos.
La noche, dulce compañera.
Mi bandera es temida
por todos mis enemigos
que inventan mil historias:
leyendas de un desconocido.
°SeRsOaD°°
casi ya no lo recuerdo,
zarpé rumbo al infinito
por los mares de lo incierto.
Mi barco era pobre
sin velas ni motor.
Navega con los remos
que mueve el corazón.
Mi techo, el cielo abierto.
Mi manta, las estrellas.
La luna son mis ojos.
La noche, dulce compañera.
Mi bandera es temida
por todos mis enemigos
que inventan mil historias:
leyendas de un desconocido.
Yo no soy un perro domesticado
que por un hueso menea el rabo.
Por ello soy perseguido,
por ello soy marginado.
Por morder la mano del amo.
Forajido terrorista,
inadaptado delincuente
me llama el ignorante.
Ladra el perro obediente.
Navego contra el viento
ondeando mi bandera
teñida con la sangre
de la sufrida clase obrera.
Forajido terrorista,
inadaptado delincuente
me llama el ignorante.
Ladra el perro obediente.
Tu silencio me hace fuerte,
tu cobardía más valiente.
Epitafio de mi tumba
cuando me abrace la muerte.
Los años van pasando
y sigo navegando
en este viejo barco
que el tiempo va desgastando.
Pero el timón sigue firme,
su rumbo no ha cambiado.
Siempre a contracorriente
sin olvidar jamás mi pasado.
Mi barco sigue pobre,
sin vela ni motor,
pero mi corazón sigue remando
por un mundo mejor.
Mi techo, el cielo abierto.
Mi manta, las estrellas.
La luna son mis ojos.
La noche, dulce compañera.
Mi bandera es temida
por todos mis enemigos
que inventan mil historias:
leyendas de un desconocido.
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