Si se encontrara en una hoja, la maquinaria del Universo
Si concentrados sus engranajes, tornillos y besos
Girara ésta como el faro ante la tempestad más fiera.
Con humilde valentía.
Serían los abrazos las revoluciones más fieras.
Las abejas, las oropéndolas.
Aviones de ayuda hacia nuestra guerra.
La colmena que habitamos estallará.
En débiles rasgos de lo que fuimos.
Se marcarán los pasos prohibidos.
A golpes en el sonido.
En la muerte más lejana.
En el sinsentido.
Ciegos en nuestra arrogancia
creemos ser más duraderos que el existir.
Adelantando al cosmos. Morir.
A la eternidad del saber. Morir.
A la eternidad del saber
Nos arropamos de tecnologías.
De circuitos, de sinpausa.
De líderes malditos.
Construímos nuestra extinción, la soga.
El balancín preciso tras un suicidio.
Y descansamos los domingos.
Con la esperanza de un lunes para la disculpa.
Hay árboles milenarios que podrían explicarnos.
Diez mil razones de las caricias bajo su sombra.
Diez mil guerras, diez mil mareas.
Diez mil, estrellas
Hoy por fin puedo rozarte,
como tu tímida risa clavarse en la memoria.
De mi alegría.
Hoy canto a la ingravidez, digiriendo el mediodía.
Sentado en ésta mesa sonrío ante el Sol.
Ante mi escritura y ante tu sabiduría.
No te preocupes por las horas
O los autobuses
Por la ciudad o la asfixia que ésta induce.
Pues para tí he reservado la humildad más pura.
Y un corazón que ruge.
Hay árboles milenarios que podrían explicarnos.
Diez mil razones de las caricias bajo su sombra.
Diez mil guerras, diez mil mareas.
Diez mil,
Hay árboles milenarios que podrían explicarnos.
Diez mil razones de las caricias bajo su sombra.
Diez mil guerras, diez mil mareas.
Diez mil, estrellas
Si concentrados sus engranajes, tornillos y besos
Girara ésta como el faro ante la tempestad más fiera.
Con humilde valentía.
Serían los abrazos las revoluciones más fieras.
Las abejas, las oropéndolas.
Aviones de ayuda hacia nuestra guerra.
La colmena que habitamos estallará.
En débiles rasgos de lo que fuimos.
Se marcarán los pasos prohibidos.
A golpes en el sonido.
En la muerte más lejana.
En el sinsentido.
Ciegos en nuestra arrogancia
creemos ser más duraderos que el existir.
Adelantando al cosmos. Morir.
A la eternidad del saber. Morir.
A la eternidad del saber
Nos arropamos de tecnologías.
De circuitos, de sinpausa.
De líderes malditos.
Construímos nuestra extinción, la soga.
El balancín preciso tras un suicidio.
Y descansamos los domingos.
Con la esperanza de un lunes para la disculpa.
Hay árboles milenarios que podrían explicarnos.
Diez mil razones de las caricias bajo su sombra.
Diez mil guerras, diez mil mareas.
Diez mil, estrellas
Hoy por fin puedo rozarte,
como tu tímida risa clavarse en la memoria.
De mi alegría.
Hoy canto a la ingravidez, digiriendo el mediodía.
Sentado en ésta mesa sonrío ante el Sol.
Ante mi escritura y ante tu sabiduría.
No te preocupes por las horas
O los autobuses
Por la ciudad o la asfixia que ésta induce.
Pues para tí he reservado la humildad más pura.
Y un corazón que ruge.
Hay árboles milenarios que podrían explicarnos.
Diez mil razones de las caricias bajo su sombra.
Diez mil guerras, diez mil mareas.
Diez mil,
Hay árboles milenarios que podrían explicarnos.
Diez mil razones de las caricias bajo su sombra.
Diez mil guerras, diez mil mareas.
Diez mil, estrellas