No te voy a negar
que me gusta la farra,
que mi sitio en el bar
va del baño a la barra,
que prefiero el sabor
de los besos usados,
que me gusta jugar
cuando ya me has ganado.
Los condones tendidos,
tus braguitas mojadas,
cepillito de dientes
para cada mamada.
Engañarte con todas,
y esconderme en tu ombligo,
que te acuerdes de Dios
cuando follas conmigo.
Comencé esta canción
en un viaje al olvido
me enrrolé en la misión
de quitarte el vestido,
desperté en el motel
de los desamparados
con saliva en la piel
y un o*****o alquilado.
Confesé mis pecados
a una diosa indecente
con dos buenas razones
para hacerse creyente.
Condenado a pecar,
regresé a la rutina.
En la Casa de Campo,
se arrendaban esquinas.
Botitas de cuero,
medias con tomare
maniquí de saldo
sin escaparate.
Triste Cenicienta
cuando sale el Sol,
témpanos de hielo
en el corazón.
Nunca quise querer ni pedí ser amado.
Me dejé el corazón dentro de un reservado.
Mi niñez se murió cuando me hice poeta,
y el francés natural se abonaba en pesetas.
Bolsos de lentejuelas,
calendarios sin año,
las madames se acicalan
en los cuartos de baño.
Cuando quiero besar,
compro besos infieles,
cuandi quiero llorar,
me emborracho en burdeles.
Ya no tiendo condones,
ni hipoteco presentes,
he lanzado a la calle
mis cepillos de dientes.
El alcohol me ilumina,
voy de ombligo en ombligo,
finjo ser tan feliz,
como lo era contigo
como lo era contigo...
que me gusta la farra,
que mi sitio en el bar
va del baño a la barra,
que prefiero el sabor
de los besos usados,
que me gusta jugar
cuando ya me has ganado.
Los condones tendidos,
tus braguitas mojadas,
cepillito de dientes
para cada mamada.
Engañarte con todas,
y esconderme en tu ombligo,
que te acuerdes de Dios
cuando follas conmigo.
Comencé esta canción
en un viaje al olvido
me enrrolé en la misión
de quitarte el vestido,
desperté en el motel
de los desamparados
con saliva en la piel
y un o*****o alquilado.
Confesé mis pecados
a una diosa indecente
con dos buenas razones
para hacerse creyente.
Condenado a pecar,
regresé a la rutina.
En la Casa de Campo,
se arrendaban esquinas.
Botitas de cuero,
medias con tomare
maniquí de saldo
sin escaparate.
Triste Cenicienta
cuando sale el Sol,
témpanos de hielo
en el corazón.
Nunca quise querer ni pedí ser amado.
Me dejé el corazón dentro de un reservado.
Mi niñez se murió cuando me hice poeta,
y el francés natural se abonaba en pesetas.
Bolsos de lentejuelas,
calendarios sin año,
las madames se acicalan
en los cuartos de baño.
Cuando quiero besar,
compro besos infieles,
cuandi quiero llorar,
me emborracho en burdeles.
Ya no tiendo condones,
ni hipoteco presentes,
he lanzado a la calle
mis cepillos de dientes.
El alcohol me ilumina,
voy de ombligo en ombligo,
finjo ser tan feliz,
como lo era contigo
como lo era contigo...