Aquel sordo ruido del dolor te hace crecer.
Tengo fé, no sé en qué pero
siempre vuelvo a creer.
Y me quedé en aquello que a muchos hace bien:
Verdes hojas y flores de hembras hermosas,
que se despiertan en tu sangre,
en tu mente, una y otra vez.
Hoy crucé el horizonte para ser más libre y ví, que
de mi existencia sólo sé lo que
entendí: la mitad la disfruté
y la otra mitad, sólo dormí y resistí
(buscando oasis, espejismos conocí).
Pagué por ganar y no se cobra lo que perdí.
Oí que la vida es un gran vaso sin fondo,
dónde la muerte es lo más
hondo que se puede llegar.
Yo sólo conozco esta vida y prefiero
enloquecer por vivirla,
que mentirme para sobrevivir.
Bicicleta y los bosques de Ezeiza,
doble gota por caer.
Calor, lluvia, arcoiris, luz,
caleidoscopio roto,
resplandor de otro día más de pie.
Panaderos ciclistas, futbolistas obreros
(entre las sedas de un árbol, con
paciencia, puedo ver).
Son tantos los colores brillando y
saltando en este amancer.
Oí que la vida es un gran vaso sin fondo,
dónde la muerte es lo más
hondo que se puede llegar.
Yo sólo conozco esta vida y prefiero
enloquecer por vivirla,
que mentirme para sobrevivir.
Tengo fé, no sé en qué pero
siempre vuelvo a creer.
Y me quedé en aquello que a muchos hace bien:
Verdes hojas y flores de hembras hermosas,
que se despiertan en tu sangre,
en tu mente, una y otra vez.
Hoy crucé el horizonte para ser más libre y ví, que
de mi existencia sólo sé lo que
entendí: la mitad la disfruté
y la otra mitad, sólo dormí y resistí
(buscando oasis, espejismos conocí).
Pagué por ganar y no se cobra lo que perdí.
Oí que la vida es un gran vaso sin fondo,
dónde la muerte es lo más
hondo que se puede llegar.
Yo sólo conozco esta vida y prefiero
enloquecer por vivirla,
que mentirme para sobrevivir.
Bicicleta y los bosques de Ezeiza,
doble gota por caer.
Calor, lluvia, arcoiris, luz,
caleidoscopio roto,
resplandor de otro día más de pie.
Panaderos ciclistas, futbolistas obreros
(entre las sedas de un árbol, con
paciencia, puedo ver).
Son tantos los colores brillando y
saltando en este amancer.
Oí que la vida es un gran vaso sin fondo,
dónde la muerte es lo más
hondo que se puede llegar.
Yo sólo conozco esta vida y prefiero
enloquecer por vivirla,
que mentirme para sobrevivir.