Adiós, adiós corazón ...
Adiós, adiós corazón ...
Ahora que ya me había hecho a estas calles
y a la humedad de esta vieja casa de piedra,
incluso había conocido a algunos de los chicos,
los que están siempre en el bar de la esquina.
Ahora que tus costumbres eran ya las mías
y me estaba haciendo a tus pocas palabras de amor,
¿por qué otra vez te das la vuelta y me dices:
adiós, adiós corazón ... adiós, adiós corazón ...?
Y es cierto que nunca conseguí dejar de fumar,
ni aquel trabajo de oficina perfecto para ti,
no cambié todas esas cosas que tenía que cambiar
para que no pensaran mal los que dicen por ahí.
Ahora que tus amigos eran ya los míos
y no distinguía ya tu piel de la mía en el colchón,
¿por qué otra vez te das la vuelta y me dices:
adiós, adiós corazón ... adiós, adiós corazón ...?
Yo ya empezaba a acostumbrarme al ruido de este lugar,
a las prisas, los motores y los gritos en las calles,
ya no pensaba tanto en el sonido del mar
que me daba consuelo cuando no existía otra persona.
Ahora parece que el mundo se está enfadando
y la gente en las calles ya no atiende a razón.
¿Por qué otra vez te das la vuelta y me dices:
adiós, adiós corazón ... adiós, adiós corazón ...
adiós, adiós corazón ... adiós, adiós corazón ...?
Adiós, adiós corazón ...
Ahora que ya me había hecho a estas calles
y a la humedad de esta vieja casa de piedra,
incluso había conocido a algunos de los chicos,
los que están siempre en el bar de la esquina.
Ahora que tus costumbres eran ya las mías
y me estaba haciendo a tus pocas palabras de amor,
¿por qué otra vez te das la vuelta y me dices:
adiós, adiós corazón ... adiós, adiós corazón ...?
Y es cierto que nunca conseguí dejar de fumar,
ni aquel trabajo de oficina perfecto para ti,
no cambié todas esas cosas que tenía que cambiar
para que no pensaran mal los que dicen por ahí.
Ahora que tus amigos eran ya los míos
y no distinguía ya tu piel de la mía en el colchón,
¿por qué otra vez te das la vuelta y me dices:
adiós, adiós corazón ... adiós, adiós corazón ...?
Yo ya empezaba a acostumbrarme al ruido de este lugar,
a las prisas, los motores y los gritos en las calles,
ya no pensaba tanto en el sonido del mar
que me daba consuelo cuando no existía otra persona.
Ahora parece que el mundo se está enfadando
y la gente en las calles ya no atiende a razón.
¿Por qué otra vez te das la vuelta y me dices:
adiós, adiós corazón ... adiós, adiós corazón ...
adiós, adiós corazón ... adiós, adiós corazón ...?