Letra
Godiva se había tatuado una canción en la lengua.
No llores, hace frío, y te abriré la puerta,
quemaré las astillas y te daré mi botella,
reza y no llores, porque la vida es así,
como las cenizas al viento, como lumbre en el agua,
como un cielo roto en el pensamiento.
Godiva llevaba una combinación negra y rota,
y tenía cuatro dientes negros, afilados
y a todos canturreaba: "somos",
y entre estrofa y estrofa decía: "bésame".
Y en Navidad hace frío, en un callejón hizo el sucio amor
con un Papá Noel de pequeños almacenes.
Godiva se tatuó un árbol de Navidad en las costillas,
era magra hasta el filo del dolor ocular,
y el viento de invierno la hacía rodar
como chatarra por las aceras.
Godiva tenía una cuenta de multiplicar,
con un resultado erróneo, tatuada en la espalda,
y en su nalga izquierda "s***".
Al llegar la mañana, hacía café con leche,
y con su vaho de 20 años
preparaba la ventana para dibujar,
con su dedo manchado de amor,
barcos de vapor y ojos con espirales alrededor.
Godiva se hizo tatuar una vía de ferrocarril
en su único muslo, el otro se lo arrebató un tren.
En una lejana mañana de abril,
se masturba con un vagón de juguete
mientras fuma sin boquilla
con sus labios de dulce soñar.
Cáncer.
Godiva se había tatuado una canción en la lengua.
No llores, hace frío, y te abriré la puerta,
quemaré las astillas y te daré mi botella,
reza y no llores, porque la vida es así,
como las cenizas al viento, como lumbre en el agua,
como un cielo roto en el pensamiento.
Godiva llevaba una combinación negra y rota,
y tenía cuatro dientes negros, afilados
y a todos canturreaba: "somos",
y entre estrofa y estrofa decía: "bésame".
Y en Navidad hace frío, en un callejón hizo el sucio amor
con un Papá Noel de pequeños almacenes.
Godiva se tatuó un árbol de Navidad en las costillas,
era magra hasta el filo del dolor ocular,
y el viento de invierno la hacía rodar
como chatarra por las aceras.
Godiva tenía una cuenta de multiplicar,
con un resultado erróneo, tatuada en la espalda,
y en su nalga izquierda "s***".
Al llegar la mañana, hacía café con leche,
y con su vaho de 20 años
preparaba la ventana para dibujar,
con su dedo manchado de amor,
barcos de vapor y ojos con espirales alrededor.
Godiva se hizo tatuar una vía de ferrocarril
en su único muslo, el otro se lo arrebató un tren.
En una lejana mañana de abril,
se masturba con un vagón de juguete
mientras fuma sin boquilla
con sus labios de dulce soñar.
Cáncer.