Vals
Letra y Música: José Betinotti
Tu diagnóstico es sencillo,
sé que no tengo remedio;
y sé que estoy deshauciado
por tu esperanza y tu anhelo.
¡Qué vamos a hacer, mi alma!
Adoraré tus recuerdos,
rogaré que seas mi amiga,
ya que otra dicha no tengo.
De quererte como ansiaba
porque olvidarte no puedo;
que aunque no te vea nunca,
eternamente te veo
con los ojos de la mente
y hasta en la idea te llevo;
y a cada instante te extraño,
aunque ya no soy tu dueño.
Yo no me explico la causa;
para mí, esto, es un misterio,
que me sorprenda la aurora
sin conciliar con el sueño.
¡Y que tú seas tan mala
con el que te fue sincero!...
¡Y eso que tú me juraste,
una tarde, amor eterno!
Mi corazón ya no ama,
el pobre se encuentra ajeno;
hoy te amo con la cabeza,
quiera Dios no te contagie
¡con la locura del genio!
La locura de este ciego
porque entonces tú sabrías
lo que es sufrir en infierno...
Y como te quiero tanto,
que no lo sufras, prefiero;
ya ves que no soy tan malo:
desde que te vi fui bueno...
por quien tuve mis desvelos...
y lo seré mientras viva.
¡Qué me habrán hecho tus ojos
que me encuentro tan enfermo!
Letra y Música: José Betinotti
Tu diagnóstico es sencillo,
sé que no tengo remedio;
y sé que estoy deshauciado
por tu esperanza y tu anhelo.
¡Qué vamos a hacer, mi alma!
Adoraré tus recuerdos,
rogaré que seas mi amiga,
ya que otra dicha no tengo.
De quererte como ansiaba
porque olvidarte no puedo;
que aunque no te vea nunca,
eternamente te veo
con los ojos de la mente
y hasta en la idea te llevo;
y a cada instante te extraño,
aunque ya no soy tu dueño.
Yo no me explico la causa;
para mí, esto, es un misterio,
que me sorprenda la aurora
sin conciliar con el sueño.
¡Y que tú seas tan mala
con el que te fue sincero!...
¡Y eso que tú me juraste,
una tarde, amor eterno!
Mi corazón ya no ama,
el pobre se encuentra ajeno;
hoy te amo con la cabeza,
quiera Dios no te contagie
¡con la locura del genio!
La locura de este ciego
porque entonces tú sabrías
lo que es sufrir en infierno...
Y como te quiero tanto,
que no lo sufras, prefiero;
ya ves que no soy tan malo:
desde que te vi fui bueno...
por quien tuve mis desvelos...
y lo seré mientras viva.
¡Qué me habrán hecho tus ojos
que me encuentro tan enfermo!