Música: Carlos Gardel
1932
Letra: Alfredo Le Pera y Mario Batttistela
Nace el hombre en este mundo
remanyao por el destino
y prosigue su camino
muy confiado del rigor,
sin pensar que la inclemencia
de la vida sin amor
va enredando su existencia
en los tientos del dolor.
Pero llega que un momento
se da cuenta de su suerte
y se amarga hasta la muerte
sin tener ya salvación,
pues comprende que la vida
fue tan sólo un metejón
al perder la fe querida
de su pobre corazón.
Me da pena confesarlo,
pero es triste, ¡qué canejo!
el venirse tan abajo,
derrotao y para viejo;
no es de hombre lamentarse
pero al ver cómo me alejo,
sin poderlo remediar,
yo lloro sin querer... llorar.
Si no fuera que el recuerdo
de mi madre tan querida
me acollara en esta vida
con sentida devoción,
no era yo quien aguantaba
esta triste situación,
ni el que así se contemplaba
sin abrirse el corazón.
Pero hay cosas, compañero,
que ninguno las comprende,
uno a veces se defiende
del dolor para vivir,
como aquel que haciendo alarde
de coraje en el sufrir
no se mata de cobarde
por temor de no morir.
1932
Letra: Alfredo Le Pera y Mario Batttistela
Nace el hombre en este mundo
remanyao por el destino
y prosigue su camino
muy confiado del rigor,
sin pensar que la inclemencia
de la vida sin amor
va enredando su existencia
en los tientos del dolor.
Pero llega que un momento
se da cuenta de su suerte
y se amarga hasta la muerte
sin tener ya salvación,
pues comprende que la vida
fue tan sólo un metejón
al perder la fe querida
de su pobre corazón.
Me da pena confesarlo,
pero es triste, ¡qué canejo!
el venirse tan abajo,
derrotao y para viejo;
no es de hombre lamentarse
pero al ver cómo me alejo,
sin poderlo remediar,
yo lloro sin querer... llorar.
Si no fuera que el recuerdo
de mi madre tan querida
me acollara en esta vida
con sentida devoción,
no era yo quien aguantaba
esta triste situación,
ni el que así se contemplaba
sin abrirse el corazón.
Pero hay cosas, compañero,
que ninguno las comprende,
uno a veces se defiende
del dolor para vivir,
como aquel que haciendo alarde
de coraje en el sufrir
no se mata de cobarde
por temor de no morir.