Caminar con los pies rotos hasta un triste descampado.
La derrota en los rostros, el cansancio en los derrotados.
Sin agua y sin comida todos amontonando
sus cuerpos, sus penas su futuro demacrado.
Se desgarran sus entrañas en su pequeño escondite.
Toma aire y aguanta el dolor con cada empujón.
Hasta que por fin sin gritos su niña decide
salir en medio de la nada. ¡Que lata su corazón!
Eran las siete de la tarde en el campo de los almendros.
Eran las siete de la tarde. Lloro de miedo.
Eran las siete de la tarde en el campo de los almendros.
Eran las siete de la tarde. Lloro de miedo.
De nuevo hay que sacar fuerzas de donde no se tienen.
No rendirse al desaliento y seguir en pie para volver
a levantar otra esperanza hasta que llegue mañana.
Temblando en el suelo como un hoja. El alma rota en mil pedazos.
Eran las siete de la tarde en el campo de los almendros.
Eran las siete de la tarde. Lloro de miedo.
Eran las siete de la tarde en el campo de los almendros.
Eran las siete de la tarde. Lloro de miedo.
La derrota en los rostros, el cansancio en los derrotados.
Sin agua y sin comida todos amontonando
sus cuerpos, sus penas su futuro demacrado.
Se desgarran sus entrañas en su pequeño escondite.
Toma aire y aguanta el dolor con cada empujón.
Hasta que por fin sin gritos su niña decide
salir en medio de la nada. ¡Que lata su corazón!
Eran las siete de la tarde en el campo de los almendros.
Eran las siete de la tarde. Lloro de miedo.
Eran las siete de la tarde en el campo de los almendros.
Eran las siete de la tarde. Lloro de miedo.
De nuevo hay que sacar fuerzas de donde no se tienen.
No rendirse al desaliento y seguir en pie para volver
a levantar otra esperanza hasta que llegue mañana.
Temblando en el suelo como un hoja. El alma rota en mil pedazos.
Eran las siete de la tarde en el campo de los almendros.
Eran las siete de la tarde. Lloro de miedo.
Eran las siete de la tarde en el campo de los almendros.
Eran las siete de la tarde. Lloro de miedo.