Llorabas como nunca me lo hubiera imaginado,
cuando yo abracé tu cuerpo casi derrumbado,
ese día la tristeza inundó tu alma herida
y tanta impotencia contenías en las manos.
Tú me explicabas lo que había sucedido,
con llanto que te ahogaba sin aliento como un niño,
es que aquellos querubines se habían amado tanto
y prefirieron ir al cielo antes que ser separados.
Y el dolor fue mío por un eterno instante
y no sabía qué decir hermano, para ayudarte.
Sé fuerte hermano mío, levántate mi hermano,
mi ejemplo de hombre eres tú, señor de señores, que lejos extraño.
No caigas hermano mío, resiste mi hermano,
me partes el alma en pedazos si veo que sufres y sigues llorando,
mi hermano.
Y hoy hubiese amado el estar allí contigo,
en el momento exacto en que llegaba tu niñito,
y que lloraras, sí, esta vez sí sobre mi hombro,
descargando una mezcla de alegría y desafío.
Y sentir todo ese amor por un eterno instante,
y no saberte qué decir hermano, pero abrazarte.
Festeja hermano mío, sonríe mi hermano,
mi ejemplo de hombre eres tú, señor de señores, que lejos extraño.
Como cuando éramos niños, subámonos a un árbol,
para gritarle juntos al mundo que tu hijo ha llegado.
Dios sabe la grandeza que hay en tu alma hermano,
por eso hoy bendijo tu vida bajando del cielo,
un ángel dorado... y Ian lo has llamado.
cuando yo abracé tu cuerpo casi derrumbado,
ese día la tristeza inundó tu alma herida
y tanta impotencia contenías en las manos.
Tú me explicabas lo que había sucedido,
con llanto que te ahogaba sin aliento como un niño,
es que aquellos querubines se habían amado tanto
y prefirieron ir al cielo antes que ser separados.
Y el dolor fue mío por un eterno instante
y no sabía qué decir hermano, para ayudarte.
Sé fuerte hermano mío, levántate mi hermano,
mi ejemplo de hombre eres tú, señor de señores, que lejos extraño.
No caigas hermano mío, resiste mi hermano,
me partes el alma en pedazos si veo que sufres y sigues llorando,
mi hermano.
Y hoy hubiese amado el estar allí contigo,
en el momento exacto en que llegaba tu niñito,
y que lloraras, sí, esta vez sí sobre mi hombro,
descargando una mezcla de alegría y desafío.
Y sentir todo ese amor por un eterno instante,
y no saberte qué decir hermano, pero abrazarte.
Festeja hermano mío, sonríe mi hermano,
mi ejemplo de hombre eres tú, señor de señores, que lejos extraño.
Como cuando éramos niños, subámonos a un árbol,
para gritarle juntos al mundo que tu hijo ha llegado.
Dios sabe la grandeza que hay en tu alma hermano,
por eso hoy bendijo tu vida bajando del cielo,
un ángel dorado... y Ian lo has llamado.