Fíjate hermano cómo vas cantando,
toda la tierra te escucha conmigo.
Del surco hasta el cañadón,
del viento hasta la madera,
del tiempo hasta la ternura
de la vida verdadera.
Porque es preciso tener
un corazón derramado,
jirones de sueños viejos
que van quedando olvidados.
Del grito hasta la oración,
del fuego hasta la memoria,
que el hombre en dolor viviente
cante sangre de su historia.
Y cuando quede al final
tu corazón silencioso,
serás un pueblo sintiendo
por un cantor milagroso.
toda la tierra te escucha conmigo.
Del surco hasta el cañadón,
del viento hasta la madera,
del tiempo hasta la ternura
de la vida verdadera.
Porque es preciso tener
un corazón derramado,
jirones de sueños viejos
que van quedando olvidados.
Del grito hasta la oración,
del fuego hasta la memoria,
que el hombre en dolor viviente
cante sangre de su historia.
Y cuando quede al final
tu corazón silencioso,
serás un pueblo sintiendo
por un cantor milagroso.