Se vive sobre rizo de ola, se vive sobre nimbos,
sobre ciudad erizada en rascacielos,
bajo una incierta luz primera y última.
Viento ardiente que besó las arenas,
las arenas de un desierto que duerme muchas lunas,
muchas más allá de tu casa o tu conciencia,
viento ardiente, protege a nuestra aldea.
Hay cúmulos y cirros sobre el telón de la tarde suspendida.
En una vaga sensación, al nómada de sentimiento y convicción
antes de cada partida.
Ahora que vivo la mejor de las vidas porque soy
amigo de una flor de veinte años.
Se vive entre el tráfico,
en medio del estruendo;
atrofiados para oír el silencio.
Se vive en años trémulos que menguan o anhelando partir,
siempre anhelando estar en todas partes.
Partir.
O ver pasar el mundo desde la ventana de nuestros tibios ojos.
O atravesarlo en imparable viaje de huracán pasando.
Viento ardiente que besó las arenas,
las arenas de un desierto que duerme muchas lunas,
muchas más allá de tu casa o tu conciencia,
viento ardiente, protege nuestra aldea.
Hay cúmulos y cirros sobre el telón de la tarde suspendida.
Porque vivo la mejor de las vidas porque soy
amigo de un amor de veinte años.
Vivimos con la vaga sensación del que fue nómada,
vivimos sin vivir en nos.
Ahítos, mas con hambre atrasada.
De rodillas, intentando erguirnos (gesto digno).
Dando palos de ciego (hay más molinos que Quijotes)
casi siempre atesorando decepciones.
En la ciudad erizada en rascacielos.
Con una escasa fe.
Escasa y última.
(Viento ardiente)
Viento ardiente que besó las arenas,
las arenas de un desierto que duerme muchas lunas,
muchas más allá de tu casa o tu conciencia,
viento ardiente, protege a nuestra aldea
sobre ciudad erizada en rascacielos,
bajo una incierta luz primera y última.
Viento ardiente que besó las arenas,
las arenas de un desierto que duerme muchas lunas,
muchas más allá de tu casa o tu conciencia,
viento ardiente, protege a nuestra aldea.
Hay cúmulos y cirros sobre el telón de la tarde suspendida.
En una vaga sensación, al nómada de sentimiento y convicción
antes de cada partida.
Ahora que vivo la mejor de las vidas porque soy
amigo de una flor de veinte años.
Se vive entre el tráfico,
en medio del estruendo;
atrofiados para oír el silencio.
Se vive en años trémulos que menguan o anhelando partir,
siempre anhelando estar en todas partes.
Partir.
O ver pasar el mundo desde la ventana de nuestros tibios ojos.
O atravesarlo en imparable viaje de huracán pasando.
Viento ardiente que besó las arenas,
las arenas de un desierto que duerme muchas lunas,
muchas más allá de tu casa o tu conciencia,
viento ardiente, protege nuestra aldea.
Hay cúmulos y cirros sobre el telón de la tarde suspendida.
Porque vivo la mejor de las vidas porque soy
amigo de un amor de veinte años.
Vivimos con la vaga sensación del que fue nómada,
vivimos sin vivir en nos.
Ahítos, mas con hambre atrasada.
De rodillas, intentando erguirnos (gesto digno).
Dando palos de ciego (hay más molinos que Quijotes)
casi siempre atesorando decepciones.
En la ciudad erizada en rascacielos.
Con una escasa fe.
Escasa y última.
(Viento ardiente)
Viento ardiente que besó las arenas,
las arenas de un desierto que duerme muchas lunas,
muchas más allá de tu casa o tu conciencia,
viento ardiente, protege a nuestra aldea