Rana salió
la princesita
falda, tacón
y unas braguitas
de quita y pon.
Rubia de bote,
sin corazón
y en el escote,
la ermita del deseo,
donde se arrodillan los ateos.
No era mujer para un poeta,
la liquidez
era su meta.
Mi s**-appeal
cayó en picado
cuando me vi
desheredado.
Y, en mitad de un blues,
me plantó la princesita azul.
Luego volví
donde el olvido,
que es un país
tan aburrido,
terca pasión,
dulce tormento,
yo tan mayor
y no escarmiento.
Y en mitad de un blues
me plantó la princesita azul.
Se me dormía
con la Novena,
no digería
la magdalena
de Marcel Proust.
Si me pillaba
cantando un blues
me regañaba.
Pero en un colchón
mejoraba mi mejor
canción.
Luego volví
donde el olvido,
mi único amor
correspondido,
terca pasión
dulce tormento,
yo tan mayor
y no escarmiento.
Y en mitad de un blues
me plantó la princesita azul.
la princesita
falda, tacón
y unas braguitas
de quita y pon.
Rubia de bote,
sin corazón
y en el escote,
la ermita del deseo,
donde se arrodillan los ateos.
No era mujer para un poeta,
la liquidez
era su meta.
Mi s**-appeal
cayó en picado
cuando me vi
desheredado.
Y, en mitad de un blues,
me plantó la princesita azul.
Luego volví
donde el olvido,
que es un país
tan aburrido,
terca pasión,
dulce tormento,
yo tan mayor
y no escarmiento.
Y en mitad de un blues
me plantó la princesita azul.
Se me dormía
con la Novena,
no digería
la magdalena
de Marcel Proust.
Si me pillaba
cantando un blues
me regañaba.
Pero en un colchón
mejoraba mi mejor
canción.
Luego volví
donde el olvido,
mi único amor
correspondido,
terca pasión
dulce tormento,
yo tan mayor
y no escarmiento.
Y en mitad de un blues
me plantó la princesita azul.