Luego de haberlo estudiado y después de meditar,
allá en mi barrio formamos una murga sin cantar.
Una murga que no tiene presentación ni couplet,
que no tiene ni siquiera, director que diga "3".
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
Que no se pinta la cara, que no tiene batería, que no aleja la tristeza trayéndonos alegrías.
Que no baila, que no ríe, que no tiene despedida.
Que no sale por los barrios, para no ser aplaudida.
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
Director no precisamos, no tuvimos que buscar.
Locales tampoco, si no íbamos a cantar.
Y al no tener que cantar, otro problema evitamos.
¿Sabe por qué? Porque al punto y sin dudar, al letrista lo borramos.
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
Salimos a vender avisos de un libreto inexistente.
Lo único que nos dieron fué un cacho de escarbadientes.
Nos reunimos una tarde para elegirle un buen nombre.
Y después de discutirlo, le pusimos "La..."
¡Murga "La..."!
¡Murga "La..."!
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
- Director, director, venga venga que usted sabe -
- A ver, a ver, digame... -
- Era un lujo de escuchar aquella murga callada.
Único caso en la historia, que ninguna desafinaba.
Tuvo gran aceptación porque todita la audiencia. -
- ¿Qué hacía todita la audiencia? -
- Director, la audiencia se imaginaba -
- ¿Se imaginaba, eh...? -
- Se imaginaba, a la murga ¿Cómo? ¡De acuerdo con su conciencia!
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
Aquél que quería reírse, ¡largaba la carcajada!
Imaginando los chistes, que la murga no contaba.
El otro mas estudioso del coro y de la armonía,
Aplaudía generoso, lo que imaginar quería.
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
Si alguno hasta se sintió tocado allá en lo mas hondo,
porque quiso y escuchó una letra con trasfondo.
Legiones de admiradores no nos podían seguir,
millones de espectadores no pudieron aplaudir.
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
Pero como siempre pasa, los celos aparecieron,
canuteando a nuestra murga con argumento fulero.
¿Quién los llamó?
Al principio no pudieron, claro, no tenían de donde agarrar.
Si la murga no era nada, ¿qué iban a criticar?
¿Quién los llamó? ¿Quién los llamó? A los celosos que usted nombró, con su murguita, ¿Qué sucedió?
Los celosos que te cuento dijeron muy alarmados:
- No se puede consentir que se suba a los tablados, el silencio no se escucha y no cantar es fatal. Tiene que hacer de payaso. De lo contrario... está mal. -
Eso de no tener versos no se vió por ningún lado,
y no tener director queda muy desordenado.
De no pintarse la cara, no se podía consentir.
- La murga, sólo debe hacer reír -
Cuente el final de la historia de su extraña murga.
Que la gente quiere saber que pasó.
Las quejas tomaron cuerpo, el reclamo prosperó.
La murguita dió su alma y ya nunca mas salió.
Pero su hermoso silencio, al barrió quedó prendido,
y quedará en la memoria de los que no la han oído.
Por eso, por esas noches de luna, por calles del arrabal, en el silencio se escucha entonar éste cantar...
TREEEEEEEE
allá en mi barrio formamos una murga sin cantar.
Una murga que no tiene presentación ni couplet,
que no tiene ni siquiera, director que diga "3".
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
Que no se pinta la cara, que no tiene batería, que no aleja la tristeza trayéndonos alegrías.
Que no baila, que no ríe, que no tiene despedida.
Que no sale por los barrios, para no ser aplaudida.
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
Director no precisamos, no tuvimos que buscar.
Locales tampoco, si no íbamos a cantar.
Y al no tener que cantar, otro problema evitamos.
¿Sabe por qué? Porque al punto y sin dudar, al letrista lo borramos.
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
Salimos a vender avisos de un libreto inexistente.
Lo único que nos dieron fué un cacho de escarbadientes.
Nos reunimos una tarde para elegirle un buen nombre.
Y después de discutirlo, le pusimos "La..."
¡Murga "La..."!
¡Murga "La..."!
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
- Director, director, venga venga que usted sabe -
- A ver, a ver, digame... -
- Era un lujo de escuchar aquella murga callada.
Único caso en la historia, que ninguna desafinaba.
Tuvo gran aceptación porque todita la audiencia. -
- ¿Qué hacía todita la audiencia? -
- Director, la audiencia se imaginaba -
- ¿Se imaginaba, eh...? -
- Se imaginaba, a la murga ¿Cómo? ¡De acuerdo con su conciencia!
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
Aquél que quería reírse, ¡largaba la carcajada!
Imaginando los chistes, que la murga no contaba.
El otro mas estudioso del coro y de la armonía,
Aplaudía generoso, lo que imaginar quería.
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
Si alguno hasta se sintió tocado allá en lo mas hondo,
porque quiso y escuchó una letra con trasfondo.
Legiones de admiradores no nos podían seguir,
millones de espectadores no pudieron aplaudir.
¡Hay que loco que está el tipo que está cantando! Por seguirle la corriente, lo seguimos escuchando.
Pero como siempre pasa, los celos aparecieron,
canuteando a nuestra murga con argumento fulero.
¿Quién los llamó?
Al principio no pudieron, claro, no tenían de donde agarrar.
Si la murga no era nada, ¿qué iban a criticar?
¿Quién los llamó? ¿Quién los llamó? A los celosos que usted nombró, con su murguita, ¿Qué sucedió?
Los celosos que te cuento dijeron muy alarmados:
- No se puede consentir que se suba a los tablados, el silencio no se escucha y no cantar es fatal. Tiene que hacer de payaso. De lo contrario... está mal. -
Eso de no tener versos no se vió por ningún lado,
y no tener director queda muy desordenado.
De no pintarse la cara, no se podía consentir.
- La murga, sólo debe hacer reír -
Cuente el final de la historia de su extraña murga.
Que la gente quiere saber que pasó.
Las quejas tomaron cuerpo, el reclamo prosperó.
La murguita dió su alma y ya nunca mas salió.
Pero su hermoso silencio, al barrió quedó prendido,
y quedará en la memoria de los que no la han oído.
Por eso, por esas noches de luna, por calles del arrabal, en el silencio se escucha entonar éste cantar...
TREEEEEEEE