23 de marzo del 94,
México nunca lo va a olvidaar, cuando en las calles de Tijuana,
Luis Donaldo Colosio
dejó de existir.
Al candidato de la esperanza,
a sangre fría alguien lo acribilló,
y aunque agarraron
al que le disparó,
sigue libre el que lo mando matar.
El pueblo esta consternado
y exige justicia.
Fue como una pesadilla,
nadie lo podía creer,
con él se fueron nuestros sueños de justicia,
y nuestros anhelos
de igualdad social.
Ya nadie se siente seguro,
después de ver lo que pasó,
pues si a Colosio
lo asesinaron tan vilmente,
qué podemos esperar los demás.
Desde ese día todo el mundo anda, con la cola entre las patas.
Ya no queremos pensar,
mejor queremos olvidar,
y que nadie nos diga
qué debemos hacer,
pues nadie sabe lo que va a pasar.
Ya no queremos pensar,
mejor queremos olvidar,
y que nadie nos diga
qué debemos hacer, pues nadie sabe lo que va a pasar.
Ya no queremos pensar,
mejor queremos olvidar,
y que nadie nos diga
qué debemos hacer,
pues nadie sabe lo que va a pasar.
México nunca lo va a olvidaar, cuando en las calles de Tijuana,
Luis Donaldo Colosio
dejó de existir.
Al candidato de la esperanza,
a sangre fría alguien lo acribilló,
y aunque agarraron
al que le disparó,
sigue libre el que lo mando matar.
El pueblo esta consternado
y exige justicia.
Fue como una pesadilla,
nadie lo podía creer,
con él se fueron nuestros sueños de justicia,
y nuestros anhelos
de igualdad social.
Ya nadie se siente seguro,
después de ver lo que pasó,
pues si a Colosio
lo asesinaron tan vilmente,
qué podemos esperar los demás.
Desde ese día todo el mundo anda, con la cola entre las patas.
Ya no queremos pensar,
mejor queremos olvidar,
y que nadie nos diga
qué debemos hacer,
pues nadie sabe lo que va a pasar.
Ya no queremos pensar,
mejor queremos olvidar,
y que nadie nos diga
qué debemos hacer, pues nadie sabe lo que va a pasar.
Ya no queremos pensar,
mejor queremos olvidar,
y que nadie nos diga
qué debemos hacer,
pues nadie sabe lo que va a pasar.