Tango 1926
Música: Raúl De los Hoyos
Letra: Roberto Lino Cayol
También los goces que da el dinero
en otros tiempos los tuve yo
y en las veladas del crudo invierno
en auto propio llegue al Colón.
Por los gemelos acribillado
supe a las damas interesar,
mientras lucía desde mi palco
el blanco peto del rico frac.
¡A qué vuelve a mi memoria
la miseria a renovar
el recuerdo de otras horas,
si hasta el aire cuando pasa
trae la sorda risa helada
de la que así me perdió!
Yo le di el amor más noble
y mi hogar, mi vida entera;
yo por ella perdí el nombre
y pensando sólo en ella
fui de todo, hasta ladrón.
Los paraísos del alcaloide
para olvidarla yo paladeé
y por las calles, como soñando,
hecho un andrajo me desperté.
En las grandezas que da el dinero
no pongas nunca tu vanidad,
que mi fortuna fue como un sueño
y traicionera mi realidad.
¡Cuánta plata en las carreras
junto a ella dejé yo!
¡Qué de amigos en mi mesa
de mantel de puro hilo
que se fueron como el vino
que mi mano les brindó!
Son más crueles que el invierno
del destino los rigores...
¡Gran señor y pordiosero
yo también tuve mis pobres
en mis noches de Colón!
Música: Raúl De los Hoyos
Letra: Roberto Lino Cayol
También los goces que da el dinero
en otros tiempos los tuve yo
y en las veladas del crudo invierno
en auto propio llegue al Colón.
Por los gemelos acribillado
supe a las damas interesar,
mientras lucía desde mi palco
el blanco peto del rico frac.
¡A qué vuelve a mi memoria
la miseria a renovar
el recuerdo de otras horas,
si hasta el aire cuando pasa
trae la sorda risa helada
de la que así me perdió!
Yo le di el amor más noble
y mi hogar, mi vida entera;
yo por ella perdí el nombre
y pensando sólo en ella
fui de todo, hasta ladrón.
Los paraísos del alcaloide
para olvidarla yo paladeé
y por las calles, como soñando,
hecho un andrajo me desperté.
En las grandezas que da el dinero
no pongas nunca tu vanidad,
que mi fortuna fue como un sueño
y traicionera mi realidad.
¡Cuánta plata en las carreras
junto a ella dejé yo!
¡Qué de amigos en mi mesa
de mantel de puro hilo
que se fueron como el vino
que mi mano les brindó!
Son más crueles que el invierno
del destino los rigores...
¡Gran señor y pordiosero
yo también tuve mis pobres
en mis noches de Colón!