Virgilio y Homero Expósito (Argentina).
Tú, que llenas todo de alegría y juventud,
que ves fantasmas en las noches de trasluz,
que oyes el canto perfumado del azul,
vete de mí.
No te detengas a mirar
las ramas muertas del rosal
que se marchitan sin dar flor;
mira el paisaje del amor,
que es la razón para soñar y amar.
Yo, que ya he luchado contra toda la maldad,
tengo las manos tan deshechas de apretar,
que ni te puedo sujetar;
vete de mí.
Seré en tu vida lo mejor
de la niebla del ayer,
cuando me llegues a olvidar,
como es mejor el verso aquél
que no podemos recordar.
Tú, que llenas todo de alegría y juventud,
que ves fantasmas en las noches de trasluz,
que oyes el canto perfumado del azul,
vete de mí.
No te detengas a mirar
las ramas muertas del rosal
que se marchitan sin dar flor;
mira el paisaje del amor,
que es la razón para soñar y amar.
Yo, que ya he luchado contra toda la maldad,
tengo las manos tan deshechas de apretar,
que ni te puedo sujetar;
vete de mí.
Seré en tu vida lo mejor
de la niebla del ayer,
cuando me llegues a olvidar,
como es mejor el verso aquél
que no podemos recordar.